GARA > Idatzia > Iritzia> Gaurkoa

Joxean Agirre Agirre Sociólogo

Invictus

La salida de la cárcel de Jose Mari Sagardui es abordada por el autor, quien utiliza como hilo conductor el poema «Invictus» de William Ernest Hernley, que Nelson Mandela atesoró durante su confinamiento en Robben Island. Joxean Agirre destaca la imagen de dignidad que transmitió el ex prisionero zornotzarra al salir de prisión, recuerda la aportación de las más de diez mil personas que en medio siglo han pasado por las cárceles y señala que la lucha por la amnistía será uno de los motores que conducirá a este país hacia un marco democrático.

«Invictus» es un poema breve escrito por el poeta inglés William Ernest Henley (1849-1903). En el año 2009 una película del mismo título, dirigida por Clint Eastwood, llenó las salas de cine de todo el mundo. El título alude a que Nelson Mandela, el viejo «Madiba», tuvo el poema escrito en una hoja de papel durante su prolongada prisión, ayudándole a sobrellevar su encarcelamiento.

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.

El pasado miércoles salió de la cárcel Jose Mari Sagardui, Gatza, en medio de una inusitada expectación mediática. No fue noticia cuando, en el año 1980, fue detenido, torturado y encarcelado. Fue un año marcado por la represión, en el que se produjeron 2.140 detenciones por motivos políticos en Euskal Herria, la mayoría de las cuales en aplicación de la Ley Antiterrorista.

Tampoco mereció grandes titulares su malogrado intento de fuga de la cárcel de Granada en el año 1993. En la caída a un patio interior del presidio se fracturó los tobillos, pero la posterior paliza que le propinaron guardias civiles y carceleros le rompió el antebrazo por tres puntos diferentes. El silencio de los medios fue absoluto cuando, a resultas del fallido intento, un juez le volvió a condenar, en este caso a no recibir ningún beneficio penitenciario de reducción de condena.

Aún y todo, le correspondía recobrar la libertad en el verano del año 2009, pero una nueva vuelta de tuerca judicial retrasó la misma hasta el 13 de abril de este año, en aplicación de las sentencia 197/2006 del Tribunal Supremo español. La famosa «Ley Parot» iba a convertir a Gatza en el preso político europeo que más años ha permanecido en prisión.

En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Y así salió de la cárcel de Jaén, con la cabeza erguida y una sonrisa pintada en la cara. Se encontró un escenario al que, sin duda, nunca ha dejado de estar acostumbrado: el cariño de los suyos en primer término, y un grupo de fascistas vociferantes como ruido de fondo.

E l puño en alto de Gatza es el símbolo de dignidad más grande e incuestionable que ha apuntado al cielo en todos los años que abarcan mi memoria. Goikoetxea, Kirruli, Retolaza, Lopetegi, Krakas, Zalakain, Groix, Mariñelarena, Divino, Etxabe, Katxue, Peli, Maitia, Santi Díez, Kroma, Ramón Gil, Txalaka, Oihane, Kotto, Igor, Baru, Jon Anza, Mikel Ibáñez y una larga lista de personas que murieron o enfermaron terminalmente por culpa de la cruel y prolongada estancia en prisión que padecieron, cabían en ese gesto de Gatza. La dignidad colectiva de miles de hombres y mujeres de este país estuvo por un instante concentrada en la mirada al frente del ya ex preso de Zornotza.

Todo lo vivido y sufrido merece la pena si el miedo o el cansancio no coartan nuestra voluntad de ser libres.

No es de extrañar, por tanto, que nuestra emoción por ver a Gatza regresando a casa haga retumbar la tierra que pisamos. Seguimos luchando para vencer.

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

L a amenaza de las prohibiciones, de las imputaciones, de cerrar el resquicio que el Tribunal Constitucional abrió interpretando la legalidad vigente, ha sobrevolado sobre Euskal Herria estos días. La Erzaintza ha sido, una vez más, la triste protagonista de un esfuerzo canalla por ocultar y silenciar el testimonio vital de Gatza y Antton Troitiño, entre otras muchas personas que han abandonado la cárcel con la condena cumplida. Siguen siendo perseguidos incluso después de dejar de ser reos; nunca recuperarán sus derechos civiles y políticos. Sus nombres permanecerán a perpetuidad en el archivo de los proscritos, «contaminados» por la radiación que expande el pacto PP-PSOE.

Pese a ello, el miedo sigue siendo patrimonio exclusivo de los eunucos políticos que apuestan por esa modalidad de guerra en la que medraron. La amenaza de los años, miles de ellos abatidos sobre la espalda de centenares de prisioneros políticos vascos, no ha mermado la determinación de un Colectivo cohesionado en torno a su intrahistoria y a las decisiones adoptadas por el conjunto de la izquierda abertzale, de las que son parte y fermento. Los carceleros y periodistas agolpados en la puerta de presidio jienense lo decían todo con su mirada. Esperaban a un ex preso derrotado, y pasó a su lado un hombre feliz. ¡Qué gran lección!

No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

El destino de los más de setecientos prisioneros políticos encarcelados en ambos estados depende a partes iguales de su entereza y resolución, y de lo que hagamos por arrancarlos de las cárceles españolas y francesas. La dignidad que irradian ha de encontrar correspondencia en el esfuerzo colectivo de este Pueblo por integrar la Amnistía en su hoja de ruta, dando pasos cada vez más decididos para avanzar en el camino que conduce a esa meta. Ese es el gusto que ha de dejarnos en el paladar el cava con el que brindamos por la excarcelación de estos prisioneros, y que tendrá continuación en las próximas semanas con el regreso de Jon Agirre, Estanis López, Ander Errandonea...

Estamos necesitados de un enorme esfuerzo compartido para acortar etapas y ensanchar cuanto antes el angosto pasadizo que conduce a una nueva fase. «Egin dezagun bidea» es la propuesta articulada sobre esa necesidad. Tan rotunda y decidida como los pasos de Sagardui al rebasar la última barrera que le separaba de Concha, Goiztiri, Begoña, Santos y todo el pueblo de Zornotza. Está en nuestras manos alterar el viejo paradigma: la Amnistía no debe ser el corolario, la última réplica de un acuerdo político de resolución. La lucha por alcanzarla será el catalizador, uno de los motores sociales que precipitará la consecución de un marco democrático.

Como concluía Henley en su poesía, Euskal Herria es la única dueña de su destino, y no podemos aguardar de brazos cruzados a que el gran caudal de experiencia y generosidad encerrado en las prisiones desborde por sí mismo la represa levantada por los estados. Mandela escribió que «la prisión es una tremenda educación en la paciencia y la perseverancia». Sin duda es así. Euskal Herria nunca hubiera tenido una oportunidad en la Historia de no ser por las más de diez mil personas que han pasado por la cárcel en el último medio siglo. El mismo pueblo invicto es el manantial y el fruto. Egin dezagun bidea!

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo