Dabid LAZKANOITURBURU Periodista
Tres regímenes y una única condena
Las detenciones siguieron a la irrupción, a sangre y fuego, de la Policía, con la ayuda de tropas mercenarias extranjeras, en la Plaza de la capital de X, que se había convertido en símbolo de la revuelta, y que fue desmantelada piedra y piedra. Lo que no se ve no existe.
Insaciable, el régimen X ha anunciado la ilegalización de la única expresión política, hasta ahora tolerada, que le quedaba a la mayoría de la población del país.
X podría ser Libia. Pero en este caso se trata de Bahrein. Occidente calla.
El régimen Y dispara a matar a los manifestantes opositores en la capital y no duda en bombardear a los civiles en las zonas del país fuera de su control.
El presidente de Y se niega a dimitir y denuncia abiertamente injerencia extranjera.
Y podría ser Libia. Pero en este caso se trata de Yemen. Occidente sigue callado.
El regimen, pongámosle S, hace oidos sordos a una revuelta que no ha tardado en adquirir tintes de rebelión armada y que tiene como principal foco una región tradicionalmente díscola.
El líder de X está imponiendo su supremacía militar mientras asegura que está dispuesto a admitir cambios pero a la vez denuncia injerencia internacional.
Podría ser Libia pero en este caso se trata de Siria. Occidente no calla esta vez y denuncia la represión contra los rebeldes. Como hizo en Libia. Paradojas, similitudes y varas de medir que ayudan a comprender los silencios y las soflamas en torno a las revueltas árabes.