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Rebeldes libios y gadafistas pugnan por capitalizar la imagen del «león del desierto»

«Cuando tuve noticias sobre la revolución libia y comprobé que utilizaban la imagen de mi padre me sentí orgulloso. Por eso, me dirigí a la gente que se concentraba frente a la plaza de los Juzgados para darles mi apoyo», señala a GARA Mohammed Omar al-Mukhtar.

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Alberto PRADILLA I Enviado especial

Mohammed Omar al-Mukhtar es el hijo de Omar al- Mukhtar (1862-1931), el héroe de la resistencia libia contra la colonización italiana. Su memoria se ha convertido en un nuevo campo de batalla entre el régimen de Muamar al-Gadafi y los rebeldes de Bengasi. Ambos enarbolan la imagen del anciano barbudo conocido como El león del desierto, que combatió a las tropas transalpinas durante 20 años y que, por este motivo, fue ahorcado en 1931. Aunque parece que los insurrectos han ganado la partida. Su hijo, al que tampoco le ha ido mal durante las cuatro décadas de gadafismo, ha terminado por apoyar públicamente a la revuelta.

No obstante, tampoco queda claro si es por convencimiento o por contagio ambiental provocado porque su vivienda se encuentra en una zona acomodada de Bengasi. «Al principio, todo el régimen cuidó de nuestra familia y venían a preocuparse por si necesitábamos algo», explica Mohammed Omar al-Mukhtar, un anciano de 91 años que pasa la mayor parte de su tiempo en el larguísimo sofá de su enorme domicilio.

Nació en Marge, a 100 kilómetros al este de Bengasi, pero cuando tenía siete años tuvo que exiliarse en Egipto debido a las actividades guerrilleras de su padre. No regresó a Libia hasta 1946. Desde entonces, reside en Bengasi. Paradójicamente, la casa de Mohammed Omar al-Mukhtar, repleta de recuerdos de la lucha anticolonial libia, es uno de los pocos lugares donde actualmente puede encontrarse una imagen de Muamar al-Gadafi que no sea utilizada para caricaturizar al excéntrico general.

Se trata de una fotografía fechada en 1984 en la que, además de Gadafi y Mohammed Omar, aparecen Yasser Arafat (líder palestino muerto en 2004) y Hafez al-Assad (presidente sirio entre 1971 y 2000) durante una visita a la tumba de Omar al-Mukhtar. Ese año, y a causa del mausoleo, se inició el divorcio de la familia del héroe libio con el régimen. «Gadafi cambió de sitio la tumba de mi padre en 1984 sin pedirnos permiso», protesta el anciano.

Antes de esa fecha, los restos se guardaban en el centro de Bengasi, pero el régimen las trasladó a Suluq, a 50 kilómetros de la capital rebelde. Una nueva ubicación que molestó a Mohammed Omar, acostumbrado a que «cientos de personas de todo el mundo árabe viniesen a Bengasi a poner flores en la tumba de mi padre y recordar su lucha».

A pesar de ello, tampoco cambió su relación con el régimen. De hecho, hace tres años, él fue una de las personas que se entrevistó con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, durante la visita que el primer ministro italiano realizó a Libia en 2008. Un año después, también acompañó a la comitiva de Muamar al-Gadafi que devolvió la cortesía al político derechista.

«Berlusconi pidió perdón por haber ocupado nuestro país», explica el hijo de Omar al-Mukhtar, que no oculta las simpatías que siempre han existido entre Il Cavaliere y el general libio. De hecho, Berlusconi llegó a apoyar públicamente a Gadafi durante el inicio de la revuelta, aunque un mes después dio un giro de 180 grados y ha terminado por sumarse al carro de los insurrectos junto al Estado francés y Qatar.

La imagen de Omar al-Mukhtar ha sido insistentemente utilizada por el régimen. Uno de los primeros discursos de Gadafi lo pronunció, de forma simbólica, frente a su tumba. Los billetes de 10 dinares llevan el rostro del héroe libio y, según su hijo, fue el propio general quien financió, en 1981, la película titulada «El león del desierto», que narra la rebelión liderada por Al-Mukhtar contra el general italiano Rodolfo Graziani y que fue protagonizada por Anthony Queen.

Utilización de la imagen

Aunque luego, según recuerda Mohammed Omar, la actitud del general cambió. «Gadafi quería hacer desaparecer la historia de Omar Mukhtar. Pretendía que la historia le recordase solo a él», asegura. No obstante, cuando las revueltas incendiaron el país el pasado 17 de febrero, el coronel libio todavía recurrió a la imagen del líder anticolonial, asegurando que «todos los libios somos hijos de Omar Mukhtar» e instando a acabar con la revuelta popular.

Aunque la descendencia real del León del desierto ha terminado por darle la espalda. «El pueblo libio no ha sufrido durante 42 años de régimen», asegura Mohammed Omar, que espera que triunfe la revuelta y «Gadafi se marche».

Por este motivo, el anciano asegura que acostumbra a visitar a los jóvenes que se concentran en la plaza de los Juzgados «para animarles a seguir con la revuelta». Como no podía ser de otra manera en esta batalla por el simbolismo, el hijo de al-Mukhtar compara a los actuales shebabs que combaten en el frente con quienes se enfrentaron a las tropas italianas. Unos milicianos que han adoptado la imagen de su padre junto a la bandera tricolor, utilizada por la monarquía que siguió a la colonización pero también enarbolada por quienes lucharon para expulsar a los enviados de Roma.

Sobre la otra intervención extranjera en suelo libio, la de los bombardeos de la Alianza Atlántica, el anciano Al-Mukhtar guarda un prudente silencio.

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