La ONU expresó en marzo pasado su gran preocupación por la alta mortalidad de las abejas a causa de la contaminación y de los pesticidas en muchas regiones del mundo. Sólo en Europa, calcula que la cantidad de colonias de abejas cayó entre un 10% y un 30% en los últimos años.

Una preocupación a gran escala que no es ahora mismo la única para los apicultores vascos. La culpa la tiene la Vespa velutina, avispa que en agosto de 2010 fue detectada en Amaiur por primera vez a este lado de los Pirineos y que en el vecino Estado francés lleva haciendo estragos desde 2004, cuando irrumpió a través del puerto de Burdeos, `escondida' entre la mercancía de un barco llegado de China.

Ayer, la Diputación vizcaina, en colaboración con el sindicato agroganadero ENBA, organizó la III Jornada Apícola Atlántica y Pirenaica. En ella se habló sobre la situación de esta avispa asiática cazadora de gran cantidad de insectos, entre ellos, las abejas domésticas.

En 2005 se identificó por vez primera su presencia en el departamento de Lot-et-Garonne y su radio de acción se ha extendido por el suroeste del Estado francés. «Existen zonas donde su presencia es abundante y, en ocasiones, los apicultores se ven obligados a trasladar sus colmenas a otras áreas donde no esté presente», explica Jesse Barandika, experto en Patología Apícola de Neiker-Tecnalia y conocedor de esta problemática.

Los daños se verán en otoño

Tras ser detectada su presencia en la zona de Baztan el verano pasado, apenas tres meses más tarde ocurrió otro tanto en Gipuzkoa, donde algún apicultor observó el ataque de este avispón a sus colmenas. ¿Cómo ha evolucionado desde entonces? «No lo sabemos, porque es a partir del inicio de la primavera cuando se podrá ver por dónde está presente», aclara Jesse Barandika.

Esa trayectoria depende de su ciclo de vida. «Las nuevas reinas, nacidas en otoño y que han sobrevivido al invierno, habrán comenzado su actividad en marzo», prosigue. Lo mismo que habrá que esperar a saber los futuros daños, dado que «será durante el verano y el otoño cuando se pueda valorar su impacto en las colmenas, ya que es cuando sus colonias están en su máximo apogeo».

Tanto las diputaciones de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa como las asociaciones de apicultores llevan a cabo rastreos para detectar la presencia de esta avispa. «En Francia no parece que hayan sido capaces de frenar su expansión, ayudadas además por sus condiciones climáticas. Esperemos que aquí no les sean tan favorables y eso ayude a limitar su expansión», confía Barandika.

Entre esas actuaciones está la captura de las nuevas reinas durante la primavera, para evitar nuevos nidos; o la localización de sus colonias en verano, para su destrucción.