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Los líderes rebeldes minimizan el uso de bombas españolas

Los líderes rebeldes libios intentan minimizar el uso por parte de las tropas de Muamar al Gadafi de bombas de racimo -prohibidas por la Convención de Dublín en 2008- que el líder libio compró al Estado español. Aseguraron que las armas «están en el mercado» y subrayaron que actualmente cuentan con el apoyo de Madrid. Sin embargo, en la calle, la población mostraba su enfado por que Gadafi esté utilizando este armamento.

Alberto PRADILA |

«No se puede responsabilizar al Estado español. Las armas están en el mercado y pueden comprarse. Además, esto ocurrió en 2007 y ahora estamos en 2011». Mustafá Gheriani, uno de los portavoces del Consejo Nacional de Transición (CNT), trató ayer de restar importancia al hecho de que las bombas de racimo utilizadas por las tropas leales a Muamar Gadafi en Misrata fuesen vendidas al régimen libio por el gobierno Madrid.

«Lo que cuenta es que ahora el Estado español ha denunciado a Gadafi, sabemos que sus intenciones son buenas y que nos están apoyando sinceramente», insistió Gheriani, que no olvida que el Estado español fue uno de los primeros en instar a la intervención militar contra el régimen libio.

En el mismo sentido, Abdelhafiz Ghouga, el portavoz oficial de los rebeldes, aseguró tras una conferencia de prensa que «Gadafi se ha gastado miles de millones en armas. Por eso, tiene armamento ruso, español, francés, estadounidense e incluso procedente de Israel», señaló, insistiendo en que «lo importante es que no reciba más dinero para poder ampliar sus arsenales».

Enfado de la población

A pesar de ello, Ghouga denunció el uso de armas «prohibidas» por parte del régimen. Precisamente, las bombas que le habría vendido el Estado español en 2007, coincidiendo con la primera visita oficial de Gadafi a Madrid.

No obstante, una cosa es la diplomacia oficial y otra la percepción de la calle. «Estamos muy enfadados. Confiábamos en que el Estado español estaba de nuestro lado. Si no cambia, nos tendrá en contra», reclamaba Omar Kawafi, ingeniero de 60 años que insistió en que «necesitamos la ayuda extranjera, porque las fuerzas son muy desiguales».

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