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Dabid LAZKANOITURBURU Periodista

La calle árabe desbroza el camino a los palestinos

El acuerdo interpalestino para poner punto final a la división de los territorios ocupados es la tercera gran noticia, por derivada, de las revueltas árabes (después de las caídas en cadena de los sátrapas de Túnez y Egipto).

Porque, sin olvidar que la unidad ha sido la principal reivindicación en las calles de Gaza y Cisjordania en estos tiempos de reivindicaciones, el acuerdo bebe sus fuentes directamente del incipiente cambio de régimen en El Cairo. A la nueva diplomacia egipcia le han bastado dos meses para comprometer a al-Fatah y a Hamas a un acuerdo que podría poner punto final a uno de los episodios más aciagos de la desesperada historia palestina.

Derrocado Mubarak, el acuerdo deja en evidencia que el sátrapa árabe -como tantos otros en la historia- trabajaba por encargo de Israel y de EEUU. Liberado de su yugo, Egipto ha puesto en valor el valor -redundancia- de una mediación sincera, y ha puesto los pelos sionistas de punta. Señal inequívoca de acierto.

Muchos son los agravios entre Hamas y al-Fatah en estos últimos cinco años. Y los riesgos siguen ahí. Pero, como la mediación, la unidad es una condición imprescindible para la apertura de un proceso que lleve al pueblo palestino a la libertad.

Mediación, apoyo árabe -sin los dobles juegos que han condenado a los palestinos a lo largo de la historia- y unidad son tres patas de la mesa. La cuarta debe ser una estrategia clara que incluya, en su caso y momento, una negociación de igual a igual con Israel. Sin condiciones previas, vetos y políticas de hechos consumados. Y sin mediadores occidentales de parte, como Mubarak.

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