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Periko Solabarria y Fermin Gongeta Sindicalista y sociólogo, respectivamente

Primero de Mayo, de la fiesta a la lucha

Mantenemos que nos toca suscitar en la mayoría de trabajadores de Euskal Herria conciencia, sentimiento y actitud en defensa de lo que somos, clase trabajadora al servicio de la comunidad

Era el 3 de mayo de 1886, día de grandes huelgas en Chicago que se tradujeron en una salvaje represión policial saldada con seis muertos y numerosos heridos. El Gobierno y la patronal americana deciden desprenderse ejemplarmente de unos cuantos militantes de la manera más salvaje, decretando ocho penas de muerte. A pesar de las protestas a nivel mundial, seis de los condenados fueron ejecutados el 11 de noviembre de 1887.

Uno de ellos, Albert Spies, dejó escrito antes de ser ahorcado: «Si creéis que ahorcándonos podéis acabar con el movimiento obrero... ¡entonces ahorcarnos! Aquí pisoteáis una chispa, pero allí y allá, detrás de vosotros, frente a vosotros y por todas partes, las llamas surgirán. Es un fuego subterráneo. No lo podéis apagar».

El 30 de abril de 1889, la anarquista francesa Louise Michel prepara la primera huelga general del Primero de Mayo en Francia, en Saint Etienne y Vienne, y es encarcelada antes de poder exiliarse. Desde 1889 se viene celebrando en todo el mundo el Día Internacional de los Trabajadores. Salvo en el Reino español, donde en los años 60 y 70 fue sinónimo de palizas, detenciones, cárceles y muertes para todos aquellos que se enfrentaban a la dictadura.

Hoy, en el siglo XXI, neurasténico y febril, el trabajo se ha convertido en algo raro y, por imperiosa necesidad, como el agua en el desierto. Hablar de seguridad, de humanidad y de justicia en el trabajo es tan utópico como inútil.

Desde la última década del siglo XIX, el Primero de Mayo ha sido un día de reivindicación y de lucha. De defensa de unos derechos inalienables en toda transacción económica laboral, de exigencia de unos contratos dignos, amparados en unos convenios colectivos equitativos y justos.

Los empresarios, los poderes públicos y religiosos se han tomado su tiempo. Ellos no tienen prisa y cuentan con el dinero acumulado. Y así, lo que fue un día de reivindicación obrera y de lucha por la democracia popular, lo han ido vaciando de su contenido de enfrentamiento llenándolo de matices religiosos o festivos.

El general Pétain en Francia decretó que el Primero de Mayo -fiesta de San Felipe- sería la «fiesta del trabajo y de la concordia», implantando el regalo de ramilletes de blanco muguet como símbolo de la amabilidad y armonía. En el Reino español implantaron la festividad de san José Obrero. Intentaron convertir la lucha en contemplación religiosa. Empresarios y comerciantes se subían al carro introduciendo otro motivo sentimental con el «Día de la Madre».

Y mientras incrustan en nuestras mentes el deseo de jocosidad y de fiesta, nos conducen al paro, a la miseria y a la muerte. Desde que en 1995 se aprobara la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, han fallecido en Euskal Herria un total de 1.992 trabajadores en accidentes laborales. Otros 10.815 sufrieron accidentes graves.

En el Reino español, duplicando la media europea, se sabe que el año pasado fallecieron en accidentes laborales 737 trabajadores. En Hego Euskal Herria fallecieron 108, ya sea directamente en accidentes o por enfermedades profesionales.

En la Unión Europea mueren al año 165.080 trabajadores. Proliferando lo que es más grave aún, los suicidios provocados por el acoso patronal. La OIT señala que cada día mueren 6.300 personas como resultado de lesiones o de enfermedades laborales. ¿Son muertes, accidentes laborales o asesinatos encubiertos?

Como diría Louise Michel, «los trabajadores nos hemos hecho prisioneros de un pensamiento impuesto, encadenados por el ansia de la propiedad y de nuestros intereses económicos, por las tristes necesidades de la vida; pensamiento absorbido hasta el punto de no poder ni luchar ni tampoco pensar como humanos». (1885, cárcel de San Lázaro).

Nos arrodillamos ante los poderes públicos y frente a los dueños de las empresas, cuyo único interés reside en la permanente acumulación de capital, a costa de los más desfavorecidos.

BBVA e Iberdrola son dos de las empresas más poderosas según la lista publicada por Forbes, con unos beneficios de 2,4 billones de euros, mientras que un 42% de los parados y paradas a nivel del Reino español estarían dispuestos a emigrar para encontrar trabajo.

Los contratos de trabajo son cada vez más precarios tanto en duración como en salario; la mitad de los y las pensionistas viven en situación de pobreza absoluta.

En Hego Euskal Herria hay más de 196.856 personas que no tienen trabajo, y de éstas 82.761 ni tienen empleo ni cobran prestaciones sociales.

Miseria y engaño es lo que utilizan patronal, Iglesia y Gobierno para convertir el Primero de Mayo en día de fiesta y no de lucha. La explotación nos ha llegado a convencer a la gran mayoría de la población de que el Primero de Mayo es un día de fiesta y no de reivindicación y de lucha. Nos han hecho creer que enfrentarnos con fuerza y tenacidad al capital nos convierte en extremistas peligrosos, incluso en terroristas.

Mantenemos con el gran peruano José Carlos Mariátegui «que somos pocos para dividirnos. Que no podemos permitirnos el lujo de distinguir etiquetas ni títulos». Que nos toca suscitar en la mayoría de los trabajadores de Euskal Herria conciencia, sentimiento y actitud de defensa de lo que somos, clase trabajadora al servicio de la comunidad; que tenemos el deber de luchar contra los ataques y la represión reaccionaria.

Con la mayoría sindical de Euskal Herria vamos a exigir que se garantice el empleo, y su acceso en igualdad de oportunidades para hombres y mujeres; que se elimine el fraude de la contratación temporal; que se establezca una política fiscal justa y progresiva; que se potencie el sector público como motor del desarrollo. Tenemos el impulso, la resolución y el respaldo social necesario para llevar políticas a favor de la sociedad y de la clase trabajadora.

Y porque las conquistas sociales se consiguen en la lucha y en la unidad del pueblo, vamos a hacer de cada Primero de Mayo un día de lucha, y conseguir que cada día sea un Primero de Mayo.

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