Editorial 2011/4/26.
La próxima revolución de Cuba
Los Angeles Times
La semana pasada, el Presidente de Cuba, Raúl Castro, aprobó profundas reformas económicas, propuso un límite de mandatos para el Gobierno y cargos del Partido Comunista y reconoció que el fracaso del partido para capacitar una nueva generaciín de líderes hará más difícil encontrar un sucesor.
Las reformas propuestas podrían marcar el comienzo de cambios importantes. Por primera vez desde la revolución de 1959, el Gobierno autorizará que los cubanos puedan poseer y vender casas y coches. Los taxis, las peluquerías, los restaurantes y otros negocios gestionados privadamente podrían ser autorizados a ampliar y contratar trabajadores. El máximo liderazgo del Partido sería limitado a dos mandatos consecutivos en el cargo (...).
Todos los cambios que podrían mejorar las vidas de los cubanos son bienvenidos. Pero es difícil imaginar lo exitosas que serán esas reformas si son dejadas en manos de un liderazgo del Partido que ha pasado muchos de los últimos 50 años defendiendo una ideología en bancarrota.
No hay duda de que Cuba necesita cambios rápidos y profundos. La economía es anémica; algunos estiman que sólo creció un 1,9 el año pasado. (En comparación, la economía de Perú creció un 9%). Cuba importa más de la mitad de sus suministros alimentarios. Se basa fuertemente en la ayuda exterior; Venezuela le ha proporcionado en 2009 más de 3.000 millones de dólares en combus- tible y otras subvenciones. Y el Gobierno ha pospuesto los planes de cubrir las nóminas de casi un millón de trabajadores estatales porque es improbable que encuentren trabajo en el naciente sector privado.
Esta no es la primera vez que Cuba ha experimentado reformas. Pero estas propuestas vienen en un tiempo muy diferente. Casi el 60% de los cubanos nacieron tras la revolución y los veteranos de Sierra Maestra que lucharon con Fidel y Raúl Castro están muriendo. Sin duda, el Presidente y su Politburó saben que la mejor forma de asegurar la supervivencia de su revolución es permitiendo que ésta se adapte a las realidades de la economía global. Los ideólogos han hecho concesiones y correcciones en Viernam y China, y las economías y los estándares de vida en esos países -por lo menos en los centros urbanos- se han beneficiado. Los cubanos se merecen algo mejor que la economía planificada de su país, que ha fracasado durante estos años a la hora de cumplir sus promesas.