Antonio ALVAREZ-SOLíS Periodista
¿Quién facilitó el arma?
En estos últimos días se multiplican las peticiones del Gobierno español para que se respete a los tribunales en las posibles sentencias que emitan sobre la legalización o ilegalización de Bildu. Y Bildu va del Sanedrín a Pilato. ¿Hipocresía? ¿Cinismo? Las dos cosas a la vez. Antes ya se dio este pornográfico comportamiento respecto a las formaciones independentistas que trataron de ocupar pacíficamente unos asientos en las instituciones vascas. Y esas formaciones fueron condenadas por los jueces al ostracismo institucional. Veremos lo que ocurre ahora, porque los independentistas van del Sanedrín a Pilato empujadas por la misma hipocresía e idéntico cinismo. No se trata de hacer justicia, sino de falsificar la libertad.
¿Quién condena realmente a miles y miles de vascos al silencio institucional y les fuerza a enfrentar con riesgo y dolor la justa desobediencia? ¿Los jueces o la ley que se pone en manos de los jueces? Sí, hipocresía y cinismo. Es más, cobardía añadida. Porque lo que envenena la libertad vasca son las leyes aprobadas por el Parlamento español y que han acabado por enfrentar a dos pueblos cerrándoles el paso a la razón. Sin esas leyes los jueces no podrían golpear con sus fasces a la democracia. Ni podrían prevaricar moralmente con unos informes monstruosos los responsables de las fuerzas policiales.
Cuando la causa llega a manos de los jueces, sin independencia final además frente a quien los acomoda, ya está todo en manos de la decisión política. Es decir, ya ha sido decidido. Las leyes han sido dispuestas como un veneno que acaba con la democracia desde su raíz. Luego vienen los jueces. Y el juego mortalmente deshonesto entre el Sanedrín y Pilato, el magistrado romano.