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Crónica | Elecciones parlamentarias

La cotidianidad se adueña de la campaña norirlandesa

Las elecciones a la Asamblea norirlandesa adquieren un nuevo matiz, el de la normalidad. Con el proceso de paz ya asentado y el foro para el debate sobre el cambio político abierto a las distintas opciones, ésta ha sido una campaña electoral en la que las cuestiones a debate son las que afectan al día a día del ciudadano.

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Soledad GALIANA

La campaña electoral en el norte de Irlanda llega a su fin y con las instituciones ya asentadas y las virulentas disputas entre unionistas y republicanos, que tanto marcaron el pasado político del norte de Irlanda, desdibujadas en la «normalización» que los seis condados del norte de Irlanda han vivido en los últimos seis años, éstas han sido unas semanas sin demasiada efervescencia política.

Tanto es así que los periodistas y analistas han tenido que rascar en los manifiestos de los partidos para encontrar un poco de «carnaza» para ilustrar sus crónicas y blogs en los días previos a la votación para la formación de la Asamblea legislativa de Belfast, que se celebrará mañana.

Las noticias han incluido desde la accidentada limpieza del estanque que Peter Robinson tiene en su jardín -parece que el líder del DUP tuiteó que casi nada con sus peces koi al intentar retirar las algas que cubrían la superficie del agua- a disputas nimias entre partidos unionistas.

Las cuestiones debatidas por los candidatos son lo que en argot periodístico anglosajón se denominan de «pan y mantequilla», es decir, cuestiones que afectan al día a día del ciudadano como la reforma educativa, las infraestructuras, el desempleo..., y no aquellos que atañerían a la estructura política del norte de Irlanda, aunque no se puede ignorar la inclusión en el programa de Sinn Féin de la celebración de un referendo sobre la unidad de Irlanda.

Los republicanos también proponen una consulta sobre una Constitución para toda Irlanda y exigen que los votantes norirlandeses puedan participar en la elección de la Presidencia irlandesa, que tendrá lugar en setiembre. Entre los planes de Sinn Féin se contempla la transferencia de poderes fiscales desde Londres y la armonización fiscal con la república irlandesa.

Sin embargo, la cuestión clave de estas elecciones es quién encabezará el nuevo Ejecutivo. El incremento en el voto de Sinn Féin y la división en el seno del unionismo podrían convertir al republicano Martín McGuinness en el próximo primer ministro norirlandés. Es precisamente ese miedo el que podría acarrear una corriente de voto útil, y dirigir al electorado de partidos unionistas minoritarios, como el UUP -que se presenta a estas elecciones con un nuevo líder, Tom Elliot- o el TUV a votar por el DUP para asegurar que su líder, Peter Robinson, continúe liderando el Gobierno de Belfast.

Apatía del voto unionista

Ésa ha sido, precisamente, una de las estrategias del DUP, que ha jugado la baza de que si Sinn Féin se convierte en el partido más votado en el norte de Irlanda, una Irlanda unida sería inevitable. Pero el problema no es tanto la pérdida de escaños del DUP hacia otros partidos unionistas, sino que ésta se produzca por la apatía de sus votantes, porque decidan no acudir a las urnas.

Y ésta es una posibilidad a tener en cuenta si se analiza la baja audiencia de los debates televisivos de cara a estas eleccio- nes autonómicas. Por ejemplo, el encuentro entre líderes políticos de la última semana de abril tuvo 90.000 televidentes, 50.000 menos de los que siguieron un debate similar en vísperas de las elecciones generales británicas. Esta caída en el interés ante los comicios ha suscitado preocupación en los partidos ante la posible rebaja en la participación electoral mañana.

Y es precisamente en las opciones de esos electores dónde se desdibujan las diferencias tribales que durante décadas han marcado la política norirlandesa, como muestra una encuesta efectuada por el diario norirlandés «Belfast Telegraph» -True Colours online survey- entre votantes en Belfast y Derry, que ha evidenciado que votantes unionistas de base comparten las ideas incluidas por Sinn Féin y SDLP en sus programas electorales.

Mientras algunos de los protestantes encuestados justifican su cercanía con la política de sus tradicionales enemigos en la ideología de izquierdas, para otros, como Sharon Stewart o Anne Crowe -que coincidieron en la encuesta en un 73% y un 60%, respectivamente, con el programa presentado por los republicanos- la cuestión es la falta de sintonía del unionismo con la realidad de las comunidades que tradicionalmente les han ofrecido su voto.

«El resultado muestra lo que los unionistas están haciendo por sus propios votantes: absolutamente nada», acusaba Crowe.

 

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