«En Colombia hay mantas enteras en las que sólo se vende mi película»
Director de «los colores de la montaña»
La ópera prima de Arbeláez, que viene del corto y el documental, ha roto con el problema del cine social que, al final, acaba siendo visto sólo por las élites. Ha sido un éxito en taquilla y en la calle. Su filme viaja al corazón del conflicto, pero casi pasa por alto a la guerrilla y a los paramilitares. Él vive en Medellín y no tuvo que imaginar prácticamente nada. Su filme se proyectó en el pasado Zinemaldia.
Aritz INTXUSTA | IRUÑEA
«Los colores de la montaña» trata sobre los desplazados por la guerra de Colombia. Un drama que afecta a 5,2 millones de colombianos (sobre una población de 45 millones). Arbeláez muestra el problema a través de los ojos de unos niños. Nada de actores de método, personas de la calle. La película no hereda nada de realismo mágico, sino que se nutre sólo de realidad cruda. Él dice que la película trata sobre la amistad. Se proyecta hoy en Iruñea en el Ciclo de Cine y Derechos humanos de IPES y Amnistía Internacional.
Su película ha cosechado un éxito notable. ¿Tiene también sus detractores?
Realmente no. Ha tenido sus cosas, como que la actuación de los mayores no es tan buena como la de los niños. En Francia me dijeron que no estaba lo suficientemente comprometida, pero yo no quería hacer una película muy política.
Pero sí es muy política.
Supongo que querían que explicara más qué es la guerrilla, de dónde viene el conflicto armado... Pero yo quería hablar de población civil, de la mirada de los niños. Al principio sí que pensé en retratar el conflicto, pero se me hizo demasiado complejo, tuve que renunciar a ello. No se puede hablar de paramilitares y obviar la parapolítica... Eso da como para veinte horas de película. Al final, metí a todos en el mismo saco: guerrilla, paramilitares y el Ejército. Les ninguneé para que sean los civiles quienes emerjan en el centro.
Supongo que no es cómodo para un Gobierno, al que se intenta poner como modelo en Sudamérica, que se dé esta imagen de violencia descontrolada. Para un político, puede resultar bastante vergonzante.
Supongo que alguien puede pensar, ¿dónde está el Gobierno? Porque al Ejército no se le ve en ningún lado. Sólo helicópteros que pasan en la noche...
Más que al Ejército, echaba más en falta los servicios sociales, educación... Sólo se ve a una profesora, que parece más una militante que otra cosa.
El Estado es el gran ausente. Por ejemplo, la profesora se marcha a la ciudad y sólo consigue unas pocas tizas, cuando le deberían proporcionar un buen material para la escuela. La profesora es casi una revolucionaria. La educación es la única vía que tiene un pueblo para salir del atraso. Al final, escapa amenazada y vencida por el miedo con que se vive en los pueblos de montaña.
¿Y eso no genera indignación?
Mira, esto es lo más gracioso de todo. En el estreno de la película, el presidente Santos estaba dos sillas más allá. Yo pensaba que se levantaría y se iría a mitad de película, pero no se fue. Me dijo que le gustó y que tenía un bonito mensaje. No sé si fue un comentario irónico. Pienso que la mirada de los niños me ha ayudado mucho a bajar las defensas de los espectadores.
Diez semanas en cartel, pero también en los semáforos.
Sí, me han pirateado mucho en Colombia. Mucha gente está yendo a los cines pero otros no tienen ese dinero. Hay mantas enteras donde sólo está mi película y eso es muy inusual. Te la ofrecen en cada semáforo. Ahí cuesta un dólar. En el cine, siete. Estoy orgulloso.