Decisiones arbitrales
Un problema de envergadura
Fernando Llorente encabeza la lista de jugadores de Primera que más faltas cometen. «Ya me empieza a molestar bastante el tema», se queja el delantero rojiblanco que, tras el encuentro frente al Espanyol, volvió a lamentarse del criterio arbitral.
Amaia U. LASAGABASTER
No puede valer de excusa, teniendo en cuenta el pobre espectáculo futbolístico que ofreció el Athletic en Cornellá, pero fue uno de los temas que levantó polvareda tras el encuentro del lunes. Aunque sólo sea por la identidad de su protagonista, Fernando Llorente, y por el tono que utilizó. Y es que el delantero rojiblanco está definitivamente harto de oir sonar el silbato de los árbitros.
«Ya me empieza a molestar bastante el tema», se quejó Llorente, lamentando por enésima vez esta temporada la facilidad con la que los colegiados le toman la matrícula. «He acabado hundido -llegó a afirmar- porque en la segunda parte nos ha machacado a faltas de una forma increíble. Cada vez que nos acercábamos. Si no me ha pitado siete u ocho faltas... Es increíble, la verdad».
Y recurrente, no en vano el ariete se ha convertido en un habitual del podio de los faltones en las estadísticas de la Liga. Ya la temporada pasada acabó como el segundo jugador que más faltas cometió -o al que más le adjudicaron- a lo largo del campeonato, sólo superado por Assunçao y por encima de toda la colección de angelitos, incluídos los rojiblancos, que también los hay, que milita en Primera. Su nombre, por cierto, no aparecía en la lista opuesta, pese a la colección de marcas que le facilitaron los centrales de toda la Liga.
Fueron muchos los que pensaron que el peso creciente de Llorente en la selección española, que parece conceder carta blanca a otros futbolistas, aliñado con su éxito en el pasado Mundial de Sudáfrica, se dejaría notar en los arbitrajes. Nada más lejos de la realidad. De hecho, a Llorente le han pitado ya más faltas (92), que en toda la temporada pasada (87) y tiene el dudoso honor de encabezar junto al zaragocista Gabi el ránking de leñeros, en el que aparece rodeado de centrocampistas y defensas sin apenas excepción.
Lo que sí parece haber cambiado respecto a la campaña pasada es la reacción del propio jugador y su entorno. Incluso los medios de comunicación estatales, habitualmente monopolizados por los equipos galácticos, se han empezado a hacer eco de la paradoja en la que vive el delantero. Las quejas del propio Llorente han ido creciendo en asiduidad e intensidad a lo largo de los últimos meses, hasta alcanzar su cima tras el choque frente al Valencia, en el que acabó con el labio partido por un codazo de David Navarro que quedó sin sancionar y se llevó una tarjeta amarilla de regalo. Tampoco hay apenas partido en el que Joaquín Caparrós no denuncie los golpes -en muchos casos dentro del área- que se lleva su jugador y las faltas, a menudo incomprensibles, con las que le sancionan a cambio. Incluso Fernando García Macua, por primera vez desde su llegada a la presidencia, compareció en la sala de prensa de San Mamés el pasado mes de noviembre tras la visita del Almería. Aunque bien pudo interpretarse como una pataleta preelectoral, al presidente rojiblanco no le faltaba razón. «Menos medallas y más respeto para nuestros mundialistas», reclamó Macua, que denunció una «deriva en el asunto arbitral». «El reglamento es claro y si una jugada es penalti, lo es, aunque haya que pitar seis en un partido», añadió.
El efecto ha sido nulo. Llorente provoca penaltis, sí, aunque habitualmente gana la sensación de que le han escatimado alguno. Y Llorente se faja con los defensas, sí, aunque habitualmente gana la sensación de que los colegiados ven más la paja en su ojo que la viga en la de los zagueros. Y ese es un problema de envergadura para el Athletic, teniendo en cuenta su dependencia del ariete. Cuya envergadura, precisamente, es en buena parte la raíz del problema. Con 1'95 de altura y 90 kilos de peso, cualquier salto o disputa, por muy limpia que sea, puede acabar con su rival en el suelo. Éstos lo saben y en muchos casos lo aprovechan; los árbitros, por lo visto, no.
Lo admite el propio Llorente. «Si me llevo los balones podrá ser porque soy más fuerte, no porque haga faltas», reclama. Una virtud que, en su caso, acarrea un problema.
Rodeado de defensas y centrocampistas, Fernando Llorente encabeza el ránking de jugadores que más faltas cometen. La batalla que protagoniza con los centrales de toda la Liga no se refleja, sin embargo, en la lista opuesta: su nombre no aparece entre los futbolistas que más faltas reciben.
Tras el petardazo de Cornellà, el Athletic necesita reencontrarse con el triunfo. Y si los precedentes sirven de algo, ya ha recorrido parte del camino. Porque el Levante no ha ganado aún en San Mamés: sus cinco visitas se han saldado con tres triunfos locales y dos empates.
Tras disfrutar ayer de jornada de descanso, el Athletic empezará a preparar hoy en Lezama (10.30) la próxima visita del Levante a San Mamés. Un partido para el que Joaquín Caparrós recuperará a Mikel San José, una vez que el central cumpliera el lunes su sanción.
Superada con éxito la Liga regular, el Athletic juvenil afronta desde hoy su segundo gran objetivo de la temporada. La Copa de Campeones, que no se adjudica desde 1992, cuando aún no se disputaba en el formato actual y que se juega hasta el sábado en Lepe.
El equipo de Bingen Arostegi, que se ha reforzado para la cita con Jonás Ramalho, Enric Saborit, Joseba Alkuaz y Guillermo Fernández -en edad juvenil, aunque hayan militado esta campaña en Baskonia y Bilbao Athletic- se estrena ante el Racing de Santander (12.00). En caso de victoria, los rojiblancos se enfrentarán en semifinales al ganador del choque entre Real Madrid, vigente campeón, y Villarreal.
En el Grupo A ya se ha disputado un partido, con triunfo del Barcelona ante el Sevilla (1-0). A.U.L.
El relajante partido que enfrentó el domingo a Levante y Sporting permitió a los valencianos sumar un punto con sabor a permanencia y batir, de paso, su mejor marca defensiva en Primera. El equipo de Luis García acumula ya nueve encuentros con su puerta a cero.