Golpe a Al-Qaeda
El doble juego de Pakistán le sitúa entre la colaboración y la desconfianza
La operación de Estados Unidos para matar a Osama Bin Laden ha situado a Pakistán en una complicada situación, entre la colaboración con Washington para llevarla a cabo y la desconfianza que genera en la Administración estadounidense su doble juego con los talibán o Al-Qaeda. De hecho, la Casa Blanca dijo que no informó a Islamabad porque temía que «podría haber alertado a sus objetivos».
GARA | WASHINGTON
La operación de las fuerzas especiales estadounidenses que acabó el domingo con la vida de Osama Bin Laden ha vuelto a evidenciar el precario equilibro de Pakistán en sus relaciones con Washington.
La controversia sobre hasta qué punto participó Pakistán en la preparación y el desarrollo de la operación, con versiones incompletas y en ocasiones contradictorias por parte de las autoridades pakistaníes alimenta esta ambigua actitud.
Mientras la principal agencia de los servicios secretos de Pakistán (ISI) confirmó que hubo «intercambio de información», algo también sugerido por el propio presidente estadounidense, Barack Obama, las declaraciones públicas del Ejecutivo pakistaní atribuyen la operación casi en exclusiva a EEUU.
Washington insiste en que decidió seguir adelante con la denominada «Operación Jerónimo» sin compartir todos los detalles con las autoridades civiles o militares de Islamabad.
El director de la CIA, Leon Panetta, próximo secretario de Defensa, admitió a a la revista «Time», que no informaron a Pakistán porque «podría haber arriesgado la misión», ya que «podrían haber alertado a los objetivos» del operativo.
Las relaciones entre el ISI y la CIA pasaban por uno de sus momentos más bajos. Los servicios secretos pakistaníes han servido a EEUU en su intervención en Afganistán, pero, a la vez, Washington desconfía de sus posibles vínculos con los talibán o con la propia Al Qaeda. Según el rotativo pakistaní «Dawn», el más influyente en lengua inglesa, tan sólo unos días antes de la operación contra el líder de Al- Qaeda se reunieron los máximos responsables militares de Pakistán, Ashfaq Pervez Kiyani, y de la OTAN y EEUU, en Afganistán, David Petraeus, e intercambiaron datos sobre una operación inminente en territorio paquistaní, aunque las partes divergieron sobre algunos aspectos de la misma.
Al tanto de la operación
El analista pakistaní y profesor de la Universidad Nacional de Defensa, Humayun Khan, dijo a Efe que Pakistán estaba al tanto de esta posible operación pero desconocía su alcance real, incluido quién era el objetivo.
Según Khan, solo así se entiende que los helicópteros estadounidenses se adentraran sin problemas en el espacio aéreo paquistaní y llegaran a la ciudad de Abbottabad, una zona al norte de Islamabad llena de instalaciones militares y en la que se desarrolló el operativo contra Bin Laden.
No obstante Islamabad quiso distanciarse de esta imagen de cooperación expresando su «preocupación y reservas por la manera en que el Gobierno americano ha llevado a esta operación sin autorización ni información previa al Gobierno pakistaní».
El Ejecutivo de este país añadió que estas «acciones unilaterales no autorizadas no deben convertir en regla ni constituir un precedente para cualquier estado, incluido Estados Unidos». «Estas acciones minan la cooperación y representan una amenaza para la paz y la seguridad internacionales», añadió.
Desde EEUU llegaron manifestaciones críticas con Pakistán. El consejero para la Lucha Antiterrorista de la Casa Blanca, John Brennan, afirmó que es «inconcebible» que Bin Laden no tuviera un sistema de apoyo en Pakistán, lo que viene a incidir en las veladas acusaciones de que, al menos hasta la operación contra Bin Laden, Pakistán «no hacía lo necesario» para combatir los grupos islamistas en su territorio.
Brenen añadió que las autoridades pakistaníes «están mostrando tanta sorpresa como la que nosotros tuvimos cuando nos enteramos de este recinto, así que no hay nada que indique en estos momentos que las personas con las que hemos hablado estaban al tanto de esto, aunque tenemos que profundizar en ello».
En un artículo publicado en el «Washington Post», el presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, señaló que Bin Laden «no se encontraba en ningún lugar en el que hubiéramos anticipado que estaría», aunque reconoció que es posible que el Ejército paquistaní conociera el paradero del líder de Al Qaeda «pero no estamos acusando a nadie en este punto», subrayó. A la vez, afirmó que «diez años de cooperación entre Estados Unidos y Pakistán» habían permitido la eliminación de Bin Landen.
El Gobierno francés se sumó a estas dudas a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, que acusó a Pakistán de «falta de claridad» en su lucha contra Al-Qaeda. «Me cuesta imaginar que la presencia de una persona como Bin Laden en un importante complejo en una ciudad relativamente pequeña, y a 50 kilómetros de Islamabad, pueda pasar completamente desapercibida», criticó.
De hecho, un responsable del ISI informó de que los agentes «habían rastreado esta casa en 2003 para buscar a otro miembro de Al Qaeda».
Vecinos de la zona dijeron que los soldados les habían pedido que apagaran sus luces una hora antes de la operación, lo que indicaría que tenían pleno conocimiento del asalto, pese a lo cual el ISI insiste en que le pilló completamente por sorpresa.
Opinión antiestadounidense
Pero además de a sus relaciones con Washington, el Gobierno de Pakistán -una heterogénea y frágil coalición acusada de corrupta- se enfrenta a su propia opinión pública, debatiéndose entre la lealtad a EEUU, principal fuente de fondos, de donde le llegan acusaciones de «doble juego frente al terrorismo islamista», y una opinión pública mayoritariamente antiestadounidense. En todas las capas sociales, los pakistaníes creen que EEUU ha importado su guerra del vecino Afganistán .
Además de los ataques regulares de comandos de la CIA, la intervención del comando especial para matar a Bin Laden alimenta la imagen de un Estado impotente militarmente, lacayo de Washington.
Según algunos analistas, la salida de las fuerzas extranjeras de Afganistán, prevista para el próximo julio, tiene ahora un camino más despejado tras desaparecer el principal símbolo de la amenaza para la seguridad de EEUU, pero a la vez plantea interrogantes ya que Pakistán quiere tener un papel determinante en su país vecino.
Algunos analistas consideran que la muerte de Bin Laden no cambiará la situación en el conflicto afgano porque el movimiento talibán tiene un objetivo propio y un ámbito de actuación nacional, por encima de los vínculos que pueda tener con Al-Qaeda.
El fundador de Lashkar-e-Taiba (LeT), uno de los grupos islámicos más fuertes y mejor financiados de Pakistán, advirtió ayer de que el «martirio» del líder de Al Qaeda, «no es una pérdida, es un orgullo para los musulmanes».
El pasado viernes Barack Obama dio la orden de acabar con Osama Bin Laden, en una operación bautizada como «Jerónimo» y que tuvo su origen en las informaciones arrancadas en los interrogatorios de los presos de Guantánamo sobre los que la Administración de George W. Bush había autorizado el uso de la tortura. De esa forma, EEUU llegó hasta la pista de una de las pocas personas en contacto directo con el líder de Al-Qaeda. Según «New York Times» en julio agentes pakistaníes que trabajaban para la CIA situaron a este correo en Peshawar, en el noroeste de Pakistán y semanas después les llevó hasta la residencia de Abbottabad. Pero el Gobierno estadounidense minimizó ayer las informaciones obtenidas a los presos en la base militar. John Brennan, el consejero «antiterrorista» de la presidencia de EEUU, aseguró que los indicios que permitieron la localización de Bin Laden «fueron acumulados durante años y no a partir del interrogatorio a un detenido en particular».
Desde el anuncio de la muerte del líder de Al-Qaeda, la Administración de EEUU había presentado el interrogatorio de dos detenidos de «gran importancia» como elementos centrales de la operación. Por otro lado, Jay Carney, el portavoz de la Casa Blanca, rectificó las primeras versiones y señaló que Bin Laden no estaba armado en el momento del asalto, pero «se resistió» y recibió una bala en la cabeza y otra en el pecho. Asimismo, su esposa resultó herida por un disparo en la pierna. Washington abandonó la primera versión de que fue utilizada como «escudo» por Bin Laden. La prensa pakistaní especulaba ayer sobre las circunstancias del asalto y el número de muertos, que algunos elevaban a cinco. GARA
Al menos ocho guardas privados afganos que se encargaban de escoltar un convoy de la OTAN en el sur de Afganistán murieron por disparos de helicópteros de la propia OTAN, según un responsable provincial de la policía.
«Los americanos han matado a la persona física, pero han creado el mito de Bin Laden. Su espectro está presente en la vida cotidiana y puede provocar gestos suicidas en algunos musulmanes», según el poeta árabe Adonis, en visita a Estambul
La Casa Blanca duda si publicar las fotos del cuerpo del Osama Bin Laden porque podría tener un efecto «incendiario». Su portavoz, Jay Carney, aseguró que la imagen es «atroz». Bin Laden murió de dos disparos, uno en la cabeza y otro en el pecho.