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ELECCIONES EN EUSKAL HERRIA

Una campaña a tres velocidades

La frenética marcha imprimida por Bildu hace que el PNV muestre cierto despiste y que la parálisis de PP o UPN quede simplemente como patética.

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Ramón SOLA

Incluso gentes como Jesús Eguiguren vaticinaban hace bien poco que «no van a llegar a las urnas». Pero Bildu ha llegado, tras moverse más rápido y mejor que lo que sus contrincantes creían. Y esto genera un desajuste total en los ritmos de los partidos: mientras la coalición va dibujando el futuro, la derecha española trata de congelar el pasado y el resto hace difíciles equilibrios con un pie en cada tiempo.

La campaña electoral para este 22 de mayo es la más atropellada que se recuerda. En primer lugar, para los medios de difusión, que no han podido preparar contenidos informativos con antelación a la espera de que el Tribunal Constitucional decidiera si Bildu estaba o no en la parrilla de salida. También para las empresas de demoscopia, a las que los sondeos se les están quedando viejos, muy viejos, antes de publicarse (aunque una vez encargado un trabajo tan caro, a ver quién es el listo que lo deja en el cajón, y más si conviene a sus tesis). Pero sobre todo son los políticos quienes van rehaciendo sus posiciones a marchas forzadas, con mayor, menor o ninguna cintura según sea su interés en el nuevo escenario. Ello hace que los mensajes suenen en distintas ondas, casi a distintas velocidades.

A Bildu cuesta seguirle el ritmo, eso está claro. Hay que recordar que fueron muchos quienes, durante meses, pronostica- ron que andaban muy tarde y que los votos ilegalizados hasta ahora tendrían que esperar al menos a las estatales de 2012 o las autonómicas al Parlamento de Gasteiz de 2013 para recuperar su valor legal.

Al ser un sector acostumbrado a estas proezas, no se le ha valorado suficientemente el esfuerzo titánico de la carrera. En primer lugar, de síntesis de posiciones entre los tres socios. En segundo, de elaboración de listas en un panorama arrasado por la «contaminación» impuesta por el Estado. En tercero, de imaginación e implicación social: un botón de muestra es el lip-dub del pueblo de Ondarroa que está teniendo gran impacto en Youtube. Y en cuarto, de movilización: nadie más se ha atrevido con el Bizkaia Arana, ni se va a atrever tampoco en lo que queda de campaña.

Bildu llega al sprint, y tendrá inevitablemente que pararse un poco el 23-M para hacer balance y terminar de cerrar sus consensos internos en los mil pequeños temas que hay que gestionar en las instituciones. Pero de momento ya ha logrado la constatación generalizada de que es la fuerza que está construyendo otro futuro: según una encuesta nada sospechosa publicada ayer por ``El País'', un 62% de los vascos entiende que la coalición supondrá «un paso adelante para acabar con la violencia y normalizar la vida política en el País Vasco» frente al exiguo 16% que opta por lo contrario.

Justo en ese punto están los inmovilistas, cada vez menos y más cabreados. El empecinamiento en recrear que nada ha cambiado en los últimos tiempos y que la apuesta de la izquierda abertzale no es creíble lleva a patinazos tan espectaculares como el que se dio Yolanda Barcina ante la pintada de Aizarotz o a la minúscula protesta de las huestes de Alcaraz y Mayor Oreja el sábado en Madrid.

Como ya hicieron en 2006, el PP y UPN intentan desesperadamente congelar el pasado para no afrontar el futuro, pero esa no es una cuestión de libre elección. El dique del Constitucional cayó y ellos también tendrán que empezar a nadar en esas aguas. Patxi López dice ver en el PP modulaciones y hasta tres discurso, pero eso es mucho decir cuando su líder en Euskal Herria, Antonio Basagoiti, no muestra más argumento que insultar «gallina» a todo el que se mueve.

Los hay, por último, que emiten en doble frecuencia. Es el caso del PNV, que lleva semanas bailando la yenka entre el pasado y el futuro. Iñigo Urkullu pasó en pocos días de insinuar que la izquierda abertzale quería «engañar» a angustiarse por la posibilidad de que Bildu quedara fuera de juego.

Aprisa y corriendo, el PNV ha preparado un nuevo discurso que asegura que para todos sus electos será una prioridad absoluta «afianzar la paz con hechos». Lo presentó el viernes en Donostia Joseba Egibar, pero al mismo tiempo el dirigente de su partido más cercano a sus tesis, Markel Olano, abogaba por no precipitarse con la cuestión de los presos ni con la del derecho a decidir porque la izquierda abertzale tiene que hacer la digestión de su proceso.

Quizás tenga algo de razón, pero parece más preocupante no haber llegado aún al primer plato, o sentirse atragantado antes de empezar.

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