Israel pierde otro mito, el de la invulnerabilidad de sus fronteras
Israel ahogó en sangre las marchas de cientos de refugiados desde Siria y Líbano para exigir su derecho al retorno. Pero no ha podido hacer nada ante la caída de otro de los pilares en los que creía estar sustentado: la invulnerabilidad de las fronteras. Tel Aviv teme como al diablo iniciativas similares al calor de las revueltas árabes o de la ofensiva palestina ante la ONU.
GARA | JERUSALÉN
Israel mantenía ayer a sus tropas en pie de guerra ante Líbano y Siria después de que las protestas en conmemoración de la Naqba hayan mostrado, más allá de su conocida crueldad con los palestinos, la vulnerabilidad de sus fronteras en plena ola de revoluciones árabes.
Cientos de refugiados palestinos en Siria y Líbano cruzaron la frontera impuesta por Israel y exigieron el derecho al retorno a su tierra. Otro tanto hicieron sus hermanos en la Franja de Gaza y en Cisjordania, incluida Jerusalén. 15 murieron por disparos de los soldados israelíes y cientos resultaron heridos.
El jefe del Estado Mayor israelí, general Benny Gantz, admitió en declaraciones a la radio estatal que el balance de la intervención del Ejército israelí «no es bueno». Pero no se refería a las víctimas provocadas sino a la sensación de que sus tropas se vieron totalmente superadas por las circunstancias.
Aislamiento
Los diarios israelíes ponían el acento en el «cerco» a Israel, «atacado por todas partes», e insistían en el precedente que supuso la irrupción de manifestantes palestinos en los ocupados Altos del Golán. «Ya no hay fronteras», titulaba alarmado «Yédiot Aharonot».
En un comentario, «Haaretz» coincidía en el tono alarmista señalando que «los sirios están en la frontera», una expresión que hace referencia al traumatismo provocado por el ataque del Ejército sirio que cogió por sorpresa a Israel al inicio de la guerra de octubre de 1973.
El ministro de Asuntos Estratégicos, Moshhe Yaalo, insistió en que «debemos dejar claro a todos los que intenten entrar por la fuerza en nuestro país, estén o no armados, que Israel es un país soberano». «Debemos detenerles antes de que puedan penetrar en una localidad israelí, lo que podría provocar una auténtica masacre», añadió.
Los responsables israelíes temen una repetición general de lo ocurrido en la Naqba antes de setiembre, cuando el presidente de la ANP, Mahmud Abbas, tiene previsto exigir a la ONU el reconocimiento de un Estado palestino ante la imposibilidad de negociar con Israel.
Los hay, además, que apuntan a movilizaciones similares a gran escala si las protestas persisten en el mundo árabe. «Si los refugiados (palestinos) en Siria y Jordania sienten que los regímenes en esos países se debilitan y que la reconciliación palestina entre al-Fatah y Hamas les confiere una nueva legitimidad, podrían levantar la cabeza y desafiar al Estado de Israel», advertía un responsable político al diario »Maariv».
El diario «Haaretz», por su parte, era ayer categórico. «La revolución árabe llegó ayer (por el domingo) a las puertas de Israel», constataba, para añadir que «el escenario catastrófico que Israel teme desde su creación se ha cumplido: que los refugiados marchen con toda tranquilidad de sus campos a la frontera para intentar ejercer su «derecho al retorno». «Los manifestantes han echado por tierra la ilusión de que Israel podía vivir confortablemente en una `ciudad en la jungla', totalmente aislada de los extraordinarios acontecimientos que tienen lugar alrededor», añadía el diario.
Cerco a Cisjordania
El Ejército anunció la prórroga en 24 horas del bloqueo a Cisjordania y buscaba casa a casa a palestinos infiltrados en la localidad drusa de Majdal Chams.
En el frente diplomático, Tel Aviv acusó ante la ONU a Siria y Líbano de violar sus fronteras. Hay voces dentro de Israel que piden una respuesta «mucho más contundente».
Hamas, que gobierna en la Franja de Gaza, considera que lo ocurrido el pasado fin de semana supone «un punto de no retorno» en el conflicto entre israelíes y palestinos. Por su parte, el líder de la organización libanesa Hizbullah, Hassan Nasrallah, elogió a los palestinos, «decididos a liberar su tierra cualesquiera que sean los sacrificios; nada protegerá, ni las iniciativas o tratados, la desaparición de esa entidad (Israel)».
Israel autorizó ayer la transferencia de fondos palestinos (procedentes de la recaudación de impuestos) congelados tras el acuerdo Hamas-al-Fatah pero advirtió de que «seguiremos verificando que ese dinero no es utilizado para financiar a organizaciones terroristas. Si es el caso, volveremos a parar las transferencias», señaló el ministro de Asuntos Estratégicos, Moshe Yaalon.
El anuncio coincide con una nueva ronda negociadora en El Cairo entre las dos principales organizaciones palestinas para avanzar en aspectos concretos relacionados con el acuerdo, firmado el 27 de abril por el conjunto de la resistencia. GARA
El Ejército israelí hizo retroceder con disparos al aire a un barco comercial que navegaba bajo bandera moldava hacia las aguas de la franja de Gaza, sometida a un bloqueo marítimo por Israel.
Uno de los favoritos en las presidenciales egipcias de noviembre, Amr Mussa, ya ex secretario general de la Liga Árabe, aboga por marcar distancias con Israel y EEUU.
«La relación con EEUU debe seguir siendo fuerte pero franca, desde el respeto, no sede el seguimiento».
Ex ministro de Exteriores bajo Mubarak, señala, respecto a Israel, que «toda política que vaya contra el sentimiento del pueblo (egipcio) es mala, sobre todo cuando hablamos de cuestiones sensibles como Palestina».
«No puedes tener un pueblo contrario al bloqueo de Gaza y una política favorable al bloqueo», insiste, para matizar que, si llegara al poder, no renunciaría al Tratado de Paz con Israel de 1979.
Ello no le impide apoyar la decisión de la ANP de apelar a la ONU para que reconozca el Estado palestino. «Israel no da más», señala. GARA