Se cumplen cien años del nacimiento de Matta (Santiago de Chile, 1911 - Tarquinia, Italia, 2002) y, para celebrarlo, el museo de Bellas Artes de Bilbo inauguró ayer una de las más importantes retrospectivas de este artista de origen euskaldun. «Matta vuelve hoy a sus raíces. `Yo soy vasco', decía siempre que le preguntaban sobre su nacionalidad», explicó Germana Matta, viuda del artista que, junto a su familia, ha colaborado en la exposición cediendo varias obras inéditas del pintor. Un total de 32 pinturas de gran formato -algunas llegan a superar los diez metros de ancho- completan la muestra que permanecerá en Bilbo hasta el próximo 21 de agosto.

Tal y como recordó ayer la historiadora y comisaria de la muestra Marga Paz, «su relevancia como miembro del grupo surrealista y por su enorme influencia en el desarrollo del expresionismo abstracto americano, es una de las figuras más significativas del siglo XX, que nunca ha dejado de ser controvertida y ello ha impedido que ocupe el papel que le corresponde», ya que, contó con seguidores y detractores por su «exigencia radical de libertad que mantuvo durante toda su vida».

La comisaria destacó, además, su importante labor como «puente» entre los surrealistas europeos que llegaron a Nueva York durante la Segunda Guerra Mundial y los jóvenes expresionistas abstractos norteamericanos como Pollock, Robert Motherwell y Arshile Gorky.

La muestra, titulada «Matta 1911-2011», comienza con uno de los cuadros de su época parisina de los años treinta: «Morphologie psycologie» (1939). También encontramos importantes obras como «Eronisme» (1943), o el gran mural «Wake» (1974-76), de diez metros de largo por cuatro de alto.