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EL DIRECTOR DEL FMI, ENCARCELADO

Un ladrón o un alumno aventajado de Robin Hood

Maite UBIRIA Periodista

Las informaciones o, mejor dicho, las orientaciones informativas que acaparan los medios de comunicación del Hexágono nos tratan de situar ante una difícil disyuntiva. ¿Es DSK un conquistador un poco rudo o un agresor sexual? Imaginen el hipotético caso de que un hacker intentara desvalijar las cuentas del FMI. ¿Alguien nos preguntaría si creemos que ese señor es un ladrón o más bien un alumno aventajado de Robin Hood que, harto de los abusos del mundo financiero, ha optado por hacer justicia? Lo dudo.

Ciertos apuntes tratan de convencernos de que asistimos a un sucio duelo. Los moralistas estadounidenses han detenido a veterano latin lover porque no comprenden la particular manera de abordar el galanteo que se practica en el país del amor.

Como si de un comentario sin importancia se tratara se nos dice que Nicolas Sarkozy aconsejó a DSK que «se portara bien» nada más conseguirle la presidencia del FMI. O que el hombre al que una juez de Manhatan ha negado la libertad, a pesar de su generosa oferta de abonar una fianza de un millón de dólares, ha respondido a reproches precedentes con el argumento de que no es delito que le gusten las mujeres.

Lo más grave de esta línea argumental es que no deja de ser, hasta cierto punto, coherente con el proceder de la República. Francia se resiste a cuantificar las muertes de mujeres a manos de sus parejas como violencia sexista. Las define como crímenes pasionales. A un hombre, más a un galán, siempre se le puede ir la mano.

Esta lacerante realidad nos puede ayudar a entender que alguien pretenda explicar el caso DSK por las diferencias entre el mundo anglosajón y el french touch. O que ciertas opiniones insistan en calificar de «asunto de moral» un comportamiento que un fiscal traduce en el código penal estadounidense en un pack de delitos susceptible de llevar a una persona a prisión durante décadas. Siempre que se pruebe que existió delito, claro está, pues la presunción de inocencia asiste también a DSK, que niega las acusaciones. Dicho esto, tampoco es coherente censurar el proceder de EEUU en este caso cuando hace nada el Ministerio de Exteriores galo aclaró que nadie que crea en la democracia puede cuestionar a EEUU, cuando mata a Bin Laden.

Por lo demás, la teoría de la conspiración recorre la red. Los mismos que sacaron a DSK montando en un Porsche para perjudicar al eventual candidato del PS tuitearon primero la noticia de su arresto. Vaya. Los internautas dudan, como es lógico, de que alguien tan poderoso pueda actuar con tanta torpeza. Pero es la justicia de EEUU, de la que la Francia oficial no duda, la que debe dilucidar si el dirigente de una institución que decide a diario sobre la vida de millones de personas se creyó inmune y/o cayó en una trampa hecha a su medida.

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