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Bacteria mortal de amenazas m�ltiples

La epidemia de E.coli avanza dram�ticamente mientras un impresionante trabajo de detectives epidemiol�gicos no consigue encontrar el origen de la bacteria mortal. Los m�dicos afirman no haber visto nunca una bacteria tan agresiva, que ataca a la sangre, a los ri�ones y al cerebro. El microsc�pico monstruo, en realidad un pariente cercano de las inofensivas bacterias intestinales del ser humano que parece haber mutado gen�ticamente en una nueva cepa enterohemorr�gica del E.coli, plantea grandes interrogantes para los especialistas. Todos esperan que la secuencia completa de su genoma arroje las respuestas del pat�geno que est� atemorizando a buena parte de Europa y, m�s all� de la salud p�blica, est� teniendo grandes implicaciones econ�micas en el Estado espa�ol, apuntado como chivo expiatorio, aunque finalmente puede ser exculpado.

Las primeras noticias filtradas a la prensa hablaban de un brote epid�mico que parti� de las plantaciones de pepinos de Almer�a y M�laga. La alarma se extendi� por toda Europa y las consecuencias van m�s all� de la mera precauci�n o la fobia hacia los pepinos. Las importaciones procedentes del Estado espa�ol, especialmente de Andaluc�a, han sido prohibidas en muchos pa�ses europeos y los perjuicios econ�micos derivados pueden ser enormes para un sector que exporta millones de toneladas de frutas y hortalizas. Para un estado insolvente, al borde de la bancarrota y con la sombra de un rescate acechando, este nuevo episodio imprevisto puede ser devastador. Tienen poderosas razones para la preocupaci�n los productores y agricultores. Pero una vez servido en el men�, el esc�ndalo es tan contagioso como la bacteria.

Se debe desear suerte a quienes dirigen la caza de la bacteria en su origen y a los m�dicos que tratan a pacientes con un cuadro cl�nico completamente nuevo y de una agresividad sorprendente. Pero vistos los antecedentes con las vacas locas, la gripe porcina, la aviar, el par�sito anisaki del pescado o la m�s reciente gripe A, tambi�n cabe exigir una respuesta que no encienda el p�nico y la paranoia social, sin chivos expiatorios ni efectos domin� que arruinen a miles de familias y sin un El Dorado para los negocios de las grandes corporaciones farmac�uticas.

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