Aritz INTXUSTA

Había casi diez testigos por parte de la acusación, pero al final la jueza sólo necesitó el testimonio de dos de ellos, y no convocó al resto. Las dos mujeres que, finalmente, testificaron no tuvieron dudas para identificar al agente de seguridad ex escolta, un hombretón que impresiona por su corpulencia, como el autor de la paliza. Afirmaron verle golpear en el vientre al menor de edad (que entonces tenía 16 años), lanzarlo al suelo y estrangularlo, muy cerca del bar Sol, junto al cuartel de la Guardia Civil de Iruñea, la noche del 11 de julio del pasado año.

El menor relató que la agresión la comenzó el agente de la Policía española sentado en el banquillo de los acusados. Luego llegarían «unos amigos» del policía que lo patearon en el suelo, salvajemente, mientras él se encontraba ovillado para protegerse. Poco después, según esta versión, García le cogió, se lo llevó unos metros más allá y lo lanzó al suelo, propinándole puñetazos en la tripa y estrangulándole. Todos coincidieron en que se produjo un «tumulto importante». Además, una testigo expuso que se trató de «una agresión brutal contra alguien indefenso» y que pensó que lo iban a matar.

Las heridas no necesitaron de asistencia médica para sanarse, y por tanto, la agresión sólo puede tipificarse como falta. En consecuencia, Fiscalía y acusación solicitaron que se les imponga la mayor pena posible (dos meses de multa), ya que concurren una serie de circunstancias que agravarían la causa, entre las que destacó, la motivación ideológica, el hecho de que fueran varias personas y mayores de edad, la brutalidad de la misma y que el menor «no pudo oponer resistencia». La acusación particular sí que solicita una mayor indemnización por las lesiones, que estima en 600 euros.

La defensa del policía y el concejal -que compartían abogado- consideró que todo «ha sido una farsa desde el principio». Alegó que las lesiones pudieron deberse a que el menor se cayera junto a García y que el único objeto de esta denuncia es contrarrestar la denuncia por «enaltecimiento del terrorismo» que se presentó contra el menor. Además, el abogado defensor sostuvo que el joven entró en el bar para «provocar» y lo enmarcó en una campaña de «búsqueda de enfrentamientos» que habría sido orquestada por la izquierda abertzale para esa noche.

«Independentzia»

Nadie negó que todo comenzara en el bar Stadium, frente a la comandancia de la Guardia Civil. El menor sostiene que llegó a este bar acompañando a su novia, que necesitaba ir al baño. El joven llevaba una camiseta roja en la que se leía «Independentzia». Al poco de entrar, el policía nacional lo sacó del bar. En su turno de intervención, el agente aseguró que el menor le llamó «fascista» por llevar la camiseta de la selección española (era la noche en la que ganó el Mundial de Fútbol). El agente afirmó que se insultaron y recuerda que el menor gritó «Gora ETA», pero dijo que a él se lo llevaron enseguida. Nadie admitió haber visto a este policía dar golpes, por lo que sólo tiene en su contra el testimonio del agredido.

El concejal del PSN dijo que él agarró al menor para llevarselo de ese lugar y que, mientras lo trasladaba y lo tranquilizaba, se cayó. Sin embargo, no recuerda si se desplomó encima del menor. Un compañero y amigo del único concejal que el PSN ha obtenido en Uharte, corroboró todo lo dicho por García, pero su testimonio chocó con el de todos los demás, incluso con el ofrecido por el policía.