Antonio Alvarez-Solís Periodista
El sulfopelo
Hace muchos años los estudiantes de la primera Escuela de Periodismo en Barcelona crearon una palabra para denominar el vacío ideológico que denotan algunas frases debidas a políticos. Hablaban de «sulfopelo». No le busquen valor significante porque no lo tiene, pero me parece que el sonido del término denuncia lo que intenta transmitir. Y bien: ¿no podría ser un «sulfopelo» esa afirmación del Sr. Rubalcaba de que posee «un nuevo proyecto» para España? De la enigmática oferta se deducen dos consecuencias: o el Sr. Rubalcaba no tiene realmente nada en la cabeza o que es protagonista de una grave deslealtad hacia su partido y hacia la ciudadanía.
Sospecho que la primera suposición es la que vale. Alimento esa creencia por generosidad hacia el candidato socialista a presidente del Gobierno. Vale más resultar estólido que traidor, ya que hay traición al Gobierno y al país si teniendo un proyecto salvador se reserva en el seno íntimo a la espera de aprovecharlo en algo tan liviano como es una batalla electoral. Es más, si ese proyecto ha sido elaborado con tiempo por el Sr. Rubalcaba debería habérselo comunicado a alguien tan agobiado como es el Sr. Zapatero, que incluso ha tenido que merendarse a la ministra de Defensa para dar paso al viejo y peregrino atleta. Y si estamos ante una agudeza súbita en el momento en que la ejecutiva del PSOE le alza sobre el pavés, mal asunto. Una situación como la española no se resuelve merced a una urgente comunicación celestial, sobre todo teniendo en cuenta que el Sr. Rubalcaba es agnóstico. Por lo tanto repito que prefiero tener por tonto al señor ministro. La piedad es siempre importante.