GARA > Idatzia > Iritzia> Editoriala

Lo efímero del éxito, la amargura del fracaso, y las ventanas abiertas de las oportunidades

Auna semana de la constitución de los nuevos ayuntamientos y con un debate sobre pactos postelectorales que está repitiendo muchos esquemas del pasado, con viejas propuestas de exclusión y un afán de explotar políticamente el miedo, resulta necesario el comentario sobre unos acontecimientos que demuestran cuán efímero puede llegar a ser el éxito y lo amargo que es el fracaso. La importancia de evitar la soberbia y lo saludable del ejercicio de la humildad, especialmente en las victorias. puesto que el éxito en la política es una gran rueda cuyo continuo movimiento a nadie deja gozar de largo tiempo de felicidad.

Los resultados electorales del 22-M fueron sorprendentes en un doble sentido: los números de Bildu, sólo calificables en términos superlativos y, por otra parte, las derivadas sobre partidos minoritarios, alcaldes que parecían intocables y responsables políticos que se salieron de pista. La semana nos dejó la noticia de la bajada de persiana por liquidación de negocio de CDN y no parece aventurado pensar que Hamaikabat tenga el mismo destino. Aralar, a su vez, anunció la apertura de un debate que bien puede calificarse de existencial. Pero, quizás, lo más llamativo y esperpéntico haya sido el comportamiento de Odón Elorza. En vez de encajar el veredicto popular con deportividad y despedirse de su cargo con elegancia y ayudando a su sucesor, ha optado por el «uno de los míos o el caos», por actuar como agorero de la catástrofe que supuestamente se cierne sobre Donostia hasta dilapidar su carisma en el más burdo de los procederes.

La pérdida de importancia y de poder ha hecho reaccionar de manera irracional a quienes quieren volver a un pasado de exclusión-para ellos idílico y de ganancias netas-. Sin ninguna reflexión autocrítica e instalados en la pereza intelectual, se han dedicado a azuzar supuestos temores de la clase empresarial vasca, a invitarles a salir del armario para denunciar a Bildu, y lo que es aún peor, a tratar a la ciudadanía de este país como si fuera infantil, no supiera caminar sobre sus propios pies y con sus propias ideas. La demagogia que incita al odio y la ignorancia sobre una realidad sociopolítica que les ha desbordado les retrata. Pero también hace retardar la necesaria conversación, seria y adulta, entre opciones políticas diferentes para construir el suelo común y compartido que este país desea y merece.

El cuerpo puede pedir a los abertzales de izquierda utilizar los resortes de poder para pagarles con la misma moneda, a responder desde las tripas para cerrarles el paso y negarles el agua en su travesía del desierto. Sería humanamente comprensible, incluso proporcional, pero no inteligente y nada efectivo de cara a los retos del futuro.

Bildu no es de los partidos que la componen

El fenómeno de Bildu todavía necesita reposar para interiorizar todo lo que representa y dibujar el papel que va a jugar en este nuevo tiempo político. Pero sí se pueden apuntar elementos claves que no se pueden descuidar.

En primer lugar, que Bildu no es de los partidos y fuerzas que la componen. Sin negar a éstos sus funciones y protagonismo, Bildu es mucho más. Sus conexiones sociales van bastante más allá del circuito «sólo para abonados» de los aparatos partidistas, sus 1.138 nuevos electos tienen anclajes reales que trascienden los cotos cerrados o las paredes de herrikos y alkartetxes. Representa los deseos más elementales del pueblo abertzale de izquierdas, y da cauce a la expresión de su mandato popular.

En relación a su supuesta inexperiencia y las contradicciones entre principios y prácticas de gobierno que ciertos medios airean presentándolas como irresolubles, se debe recordar que el bagaje en la gestión municipalista es amplio para los abertzales de izquierda, su honradez está contrastada y la transmisión de esas experiencias se puede y debe hacerse con naturalidad. Las contradicciones, por otra parte, no suponen en sí un problema para Bildu. Al contrario, adolecer de ellas sería problemático, un síntoma de anquilosamiento, de desintonía con la realidad. Bildu tendrá las dos manos en la masa y, como mínimo, un pie en el barro en la gestión del día a día. Y deberá tener como norte el intentar que la distancia entre sus ideas y su práctica sea lo más corta posible como forma de gestionar correctamente sus propias contradicciones.

Acertar e inventar

La palabra asmatu en euskara tiene un doble significado -acertar e inventar- que cobra sentido para los retos inmediatos. Acertar en las decisiones e inventar soluciones hoy inexistentes, esa parece la fórmula de la ecuación.

Acertar en mantener la frescura y el sabor popular, un funcionamiento que no sea de partido, conectado a su pueblo. Acertar en un gobierno de los gobernados, en ayudar a conseguir una paz justa e irreversible, soluciones definitivas de libertad para los presos y reconocimiento para las víctimas, en hacer accesible el derecho a decidir en libertad para todas las personas y proyectos políticos. E inventar soluciones organizativas, políticas de mayorías con sentido igualitario, un camino con pronóstico no escrito que va a ser un descubrimiento permanente para Bildu.

Con humildad y serenidad, convicción y contradicciones, la confianza de la gente y un bagaje provechoso, las ventanas de las oportunidades están abiertas para Bildu.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo