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Perfil | Ollanta HUMALA

El guerrero que mira hacia la verdadera esencia de Perú

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Como su propio nombre indica, Ollanta, el nuevo presidente peruano, es «el guerrero que todo lo mira». Parece que su padre, Isaac Humala, preveía el porvernir de su segundo hijo, educado según los criterios incaicos a los que sus progenitores eran afines, y es que el ex militar ha conseguido llegar hasta la Jefatura del Estado de Perú.

Se define como nacionalista y no de izquierdas. Dicen que ha suavizado sus ideas izquierdistas desde que su alineamiento, cuando optaba a la Presidencia del país en el año 2006, con su amigo Hugo Chávez le acabara perjudicando, según algunos analistas, en su pugna en segunda vuelta con el socialde- mócrata Alan García. Sin embargo, Ollanta Humala no ha dudado en mostrar su apoyo a ciertos sectores izquierdistas, como sindicatos y asociaciones defensoras de los derechos humanos, y en unirse a las capas más perjudicadas por el sistema económico neoliberal implantado en los últimos años en el país.

Humala ha conseguido muchas cosas, pero sobre todo ha sabido hacer campaña y calar en sectores que, a priori, no parecían afines a él. Ha moderado su discurso frente al empleado hace cuatro años; los gestos marciales que delataban sus 25 años de vida en los cuarteles han desaparecido, y la camiseta roja que mostraba en los mítines a pie de calle en 2006, se ha transformado en un polo color azul cielo.

Fue acusado de ataques contra los derechos humanos durante su pasado militar. A finales de los ochenta fundó, junto a otros oficiales, su hermano Antauro entre ellos, un grupo clandestino en el seno del Ejército, que denominaron «Militares Ernocaceristas», que se alzó contra el entonces presidente Alberto Fujimori el 29 de octubre de 2000 en lo que se conoció como «la gesta de Locumba», alzamiento que hizo popular su figura en el país.

Por su puesto, al candidato soberanista le han puesto en bandeja la táctica a utilizar en el enfrentamiento contra su contrincante, Keiko Fujimori, visiblemente perjudicada por las andanzas de su padre.

Ollanta Humala ha llevado la esperanza del cambio, no sólo a Perú, sino también al tablero político latinoamericano. Ha sabido enfrentarse a las grandes multinacionales y medios de comunicación que no han escatimado esfuerzos contra él.

En su programa electoral se vislumbran las líneas de lo que será su modo de gobernar, confirmando la pérdida de influencia de la que ha gozado el imperialismo en la región.

Con la victoria de Humala, la liga reaccionaria del Pacífico, auspiciada por Washington, pierde a uno de sus aliados en el control de la Amazonía.

Aunque aún está por ver el papel que defenderá el candidato soberanista en organismos tales como la Unasur y el ALBA, sus movimientos apuntan ya maneras.

Humala ha logrado persuadir tanto a la reducida población peruana que posee mucho, como a la numerosa población que posee poco. En estas últimas comunidades se encuentra, precisamente, la esencia de esta gran victoria del verdadero Perú.

 
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