El cochecito de Policía que sorteaba los zapatos por las calles de iruñea
Durante varios días, un coche policial en miniatura se paseó por las calles de Alde Zaharra cargado con una cámara de vídeo. Aunque algunos se llevaran un susto, no se trata de una nueva incorporación a la flota de vehículos de la Policía Municipal de Iruñea, sino que forma parte de un proyecto artístico con un punto de ironía.
Aritz INTXUSTA
Hace dos semanas, tres artistas aterrizaron en Iruñea,. Habían recibido una beca para alojarse en la capital navarra y realizar un proyecto artístico inspirado en la ciudad. Lejos de quedar deslumbrados por los tópicos sanfermineros, los jardines, el encanto de las calles de Alde Zaharra o los ciervos del Parque de la Taconera, los recién llegados vieron Iruñea como una ciudad vigilada, defensiva, recelosa y con una desorbitada presencia policial. Sus murallas y la presencia de una ciudadela militar partiendo el casco urbano atestiguan, a su juicio, que Iruñea ha tenido un pasado complejo y violento. Actualmente, estos miedos, esta vigilancia de unos sobre otros, queda reflejada en la Policía Municipal, siempre visible, apostada junto al ayuntamiento y patrullando las calles en coche y a pie. Pero, por encima de esto, a los tres artistas les llamó la atención la presencia de cámaras de seguridad controlándolo todo en calles y plazas.
Así, más tratando de reflejar una identidad que como una denuncia pura y dura, la riojana María Salazar, la gasteiztarra Miriam Isasi y el madrileño Víctor Santamarina decidieron construir un coche de policía a pequeña escala teledirigido. «Queríamos ver cómo era la reacción de la gente que asume con cotidianeidad la presencia policial y el hecho de ser observada cuando un elemento se sale de lo ordinario», explica Isasi. De esta forma, se pasearon por Alde Zaharra con su coche en miniatura y colocaron sobre él una cámara de vídeo. «Cada uno se lo tomaba a su manera. Unos se reían, otros se asustaban y se ofendían», continúa Santamarina.
También los tres artistas se llevaron un susto. Los agentes de la Policía Municipal acabaron por detectar el coche. «Ya nos estábamos regodeando un poco», comenta Santamarina, que confiesa que se emocionaron y empezaron a chocar el auto teledirigido contra su hermano gigante. «En cuanto vimos que un policía cogió el coche, ya lo dábamos por perdido», recuerda Salazar. Sin embargo, superaron el interrogatorio del agente explicando que todo era parte de un proyecto artístico becado. «Eso bastó y tampoco hay que meterse en polémicas innecesarias. No hace falta ser muy listo para saber que esto desborda ironía», aseguran.
El coche era falso, pero la cámara que llevaba encima sí grababa. Además, las reacciones de la gente se recogían con otra cámara. Ese conjunto de imágenes se utilizó después para la creación de un vídeo de carácter artístico que se pudo ver el sábado en el rincón del Caballo Blanco. El proyecto es más conceptual y no está centrado únicamente en el coche. También incluye imágenes de otros aspectos de Iruñea e incluso aparece un segalari cortando hierba en la Ciudadela. Pese a todo, los tres reconocieron que, al ver las imágenes, estuvieron a punto de dejar el resto de lado, para explotar al máximo la idea del coche. Isasi no descarta que el cochecito acabe patrullando otras capitales de Euskal Herria.
Once nuevas cámaras en un año
Además de las cámaras de seguridad que vigilan los edificios oficiales y las que protegen intereses privados, como bancos y grandes almacenes, en Iruñea existen un centenar de cámaras que son controladas por la Policía Municipal. El Ayuntamiento se ha gastado en cada uno de los aparatos más de 10.000 euros, lo que supone un desembolso de más de un millón de euros en este tipo de dispositivos. Comenzaron a instalaros en 1990 y en los últimos años se ha acelerado el proceso de colocación de nuevos puntos de vigilancia. En concreto, durante 2010 se instalaron once nuevas cámaras de vigilancia. Seis de ellas fueron a parar al barrio de Arrosadia, lo que suscitó protestas a nivel vecinal.
Según arguye el cuerpo policial, la mayoría son para vigilar el tráfico y sólo una veintena se dedican a labores «de seguridad» propiamente dicha. Gran parte de estos aparatos posee un objetivo con gran angular, que permite una de visión de 360 grados y, además, tiene capacidad para amplificar la imagen ocho veces.
Todo este entramado se controla desde el Centro de Coordinación Operativa de la Policía Municipal (CECOP). Desde el puesto de control sólo se pueden visualizar 16 cámaras a la vez, pero los ojos electrónicos de la Policía Municipal graban las 24 horas del día. Sobre el papel, el área de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Iruñea explica que las cámaras se colocan «principalmente en aquellas zonas donde los fines de semana se pueden producir aglomeraciones», pero han sido varios los colectivos que han denunciado una intencionalidad política en su ubicación. En concreto, grupos anarquistas han elaborado mapas en los que aparece la ubicación estratégica para controlar todo cuanto ocurre en Alde Zaharra. En un reciente reportaje en un diario local, varios agentes afirmaron que, «para que la gente pueda andar más tranquila, hay que darle seguridad» y criticaron a quienes cuestionan lo que consideran un exceso de vigilancia: «El ciudadano no va pensando en las cámaras, sólo el que va a delinquir». Con estos planteamientos, no sería de extrañar que el próximo coche teledirigido con vídeo sí sea «de verdad».