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Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Entre Colombo y Peter Falk


Através de la figura del detective hemos satisfecho nuestra curiosidad, nuestra necesidad por descubrir, por encontrar las huellas que han de llevarnos hasta el criminal, ya sea en el cine, la televisión, los cómics o los libros. Raymond Chandler, en «El simple arte de escribir», afirmaba que la figura del detective es una mera catalizadora de la historia. El detective sale de la historia tal y como entra en ella, viviendo en el mismo lugar, ganando la misma mísera paga... Es, generalmente, un ser común pero con una capacidad de deducción extraordinaria y una habilidad ilimitada para meterse en líos en pro de la búsqueda de la verdad oculta. Wallander, Monk, Marlowe, Colombo, Holmes, Poirot o Carvalho, al margen de los «arquetipos» de detectives que puedan existir en la literatura y en los textos audiovisuales, como decía Chandler: «El detective privado de la vida real es un mezquino juez de la Agencia Burns, o un pistolero sin más personalidad que una cachiporra, o bien un picapleitos o un embaucador de éxito. Tiene más o menos tanta estatura moral como un cartel de tráfico».

Sea como fuere, algunos de esos investigadores han transcendido más allá de los estereotipos en los que estaban enfundados, puede que, incluso, fuera de la pantalla. Peter Falk, el gran Colombo ha muerto. Ya no recordaba su nombre y tampoco que en algún tiempo le confundían con su personaje. Supimos, gracias a «Maridos», de Cassavetes, de su impresionante presencia actoral. Junto a Wenders revisitó a su personaje, Colombo, al oficio de actor en «El cielo sobre Berlín». Su carrera es aún una desconocida que merece la pena descubrir.

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