A propuesta del legislador republicano Connie Mack, el Comité de Relaciones Exteriores de Estados Unidos aprobó ayer castigar a los países latinoamericanos que «interfieren» y «ponen resistencia». Conectado al exilio cubano y acérrimo defensor de una política de confrontación contra los gobiernos latinoamericanos que no siguen el dictado de EEUU, siempre ha destacado en su afán de imponer una agenda extremista, con sanciones económicas y «listas de patrocinadores del terrorismo». Partidario de incluir a México en la lista de «estados fallidos», de dar a Venezuela la misma medicina que a Irán, con conexiones con los golpistas de Honduras, Ecuador y Bolivia, ayer fue más allá e incluyó, por primera vez, a Argentina entre sus obsesiones. Si bien su propuesta, en términos económicos es de un montante irrisorio y que para convertirse en ley todavía debe ser aprobada por un Senado que no controla, no deja de revelar una política exterior que sigue considerando a Latinoamericano como «patio trasero», que todavía auspicia golpes militares y guerras, comprando élites locales y teniendo presidentes en nómina.

Afortunadamente, la Patria que soñó Bolívar camina hoy por la senda de la integración regional, con la independencia y la soberanía por bandera y un nuevo modelo social como eje. Por encima de chantajes y amenazas en forma de dólares, camina con retos, sí, pero con confianza.