Serbia se considera liberada de una carga heredada de su pasado bélico de los años 90 tras de la detención, el miércoles, de Goran Hadzic, el último fugitivo del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY), cuyo traslado a La Haya se prevé inmediato. Su abogado en Belgrado, Toma Fila, que anunció su intención de no recurrir la extradición, señaló que su entrega tendrá lugar hoy.

Hadzic, acusado de crímenes de guerra y contra la Humanidad por cientos de casos de asesinato, tortura y expulsión de la población croata y no serbia de la autoproclamada República Serbia de Krajina, en Croacia, durante la guerra (1991-1995), fue arrestado en la región de Vojvodina, la misma en la que se refugió el ex comandante y líder serbobosnio Ratko Mladic.

Ayer, el diario «Politika», sin revelar sus fuentes, señaló que los servicios serbios encargados de la búsqueda de los acusados por la Justicia internacional tenían información hasta 2009 de que Hadzic se escondía en Rusia, bajo nombre falso, donde se casó y tuvo un hijo. Ese año se le perdió la pista, pero aparecieron informaciones de que habría pasado a Bielorrusia, aunque desde entonces los servicios secretos serbios no supieron de él. Se supone que contaba con la ayuda de sectores de la Iglesia ortodoxa serbia, con buenos contactos en Bielorrusia.

Según la fuente de «Politika», Hadzic llegó hace varios días a Serbia, supuestamente para recoger algo de dinero que necesitaba para seguir escondiéndose.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia aseguró no tener constancia de que el presunto criminal de guerra se hubiera escondido en territorio ruso. «Nos habían llegado muchas informaciones sobre esto (el supuesto paradero de Hadzic), pero no nos consta tal información», afirmó Alexandr Lukashevic, portavoz del Ministerio.