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Los partidos belgas dejan a la fuerza más votada fuera del proceso para formar Gobierno

La mayoría de partidos políticos belgas -cuatro flamencos y cuatro valones- se han comprometido a retomar las negociaciones a la vuelta de las vacaciones para tratar de formar un Gobierno de coalición, que reemplace al que dirige el democristiano Yves Leterme, en funciones desde hace más de un año, y del que no formará parte la fuerza más votada en los comicios de junio de 2010, los independentistas flamencos de la N-VA.

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Los partidos políticos belgas, salvo la principal fuerza, los independentistas flamencos de la N-VA, dieron el jueves por la noche el primer paso para retomar las negociaciones con el fin de formar Gobierno y poner fin a la crisis de más de un año de duración que pone en riesgo la unidad del país, una tarea que tratarán de llevar a cabo a partir de mediados de agosto y que estará coordinada por el líder socialista valón, Elio di Rupo. Desde las elecciones del 13 de junio de 2010, el Ejecutivo en funciones sólo gestiona asuntos corrientes.

Tras una larga reunión de casi siete horas de duración, ocho fuerzas políticas -el partido socialista valón PS y el flamenco Sp.a; los liberales de las dos comunidades, MR (francófonos) y Open Vd (neerlandófonos); los verdes de norte (Groen) y sur (Ecolo) y los democristianos de ambos lados, el flamenco CD&V y el valón CdH- acordaron una fórmula de compromiso sobre la metodología de trabajo en la negociación, por lo que el acuerdo sobre el contenido está aún lejos y el equilibrio entre ambas comunidades sigue siendo «frágil».

El anuncio sólo relajará un ambiente cargado desde que a principios de julio los dos principales partidos flamencos, el independentista N-VA y los cristianodemócratas de la CD&V rechazaran una base de compromiso propuesta por Di Rupo. Otros siete partidos de ambas comunidades se mostraron de acuerdo en abrir negociaciones sobre un programa de Gobierno y la transferencia de competencias federales a las regiones, tal y como reclaman los flamencos, que suponen el 60% de la población de Bélgica.

El miércoles, un día antes de que Bélgica celebrara su «fiesta nacional», el rey Alberto II instó a los grupos políticos a formar con «urgencia» un nuevo Gobierno de plenos poderes para evitar dañar la situación económica y el bienestar social de los belgas.

Con su acuerdo, los partidos liberales, socialistas, democristianos y ecologistas de ambas comunidades esperan construir el «clima de confianza» necesario para reanudar las conversaciones, según Di Rupo.

El objetivo es afrontar la profunda reforma de Estado que exigen en los flamencos para salir del impasse político, pero lo harán a partir del 15 de agosto, tras un descanso propuesto por el propio monarca atendiendo a la «tregua» pedida por el líder del PS para hacer frente al «gran cansancio» tras meses de esfuerzo para salir de la crisis.

Cesión de los flamencos

Di Rupo presentó al rey su dimisión como «formador» del Gobierno el 8 de julio, después de que la N-VA y la CD&V rechazaran entrar en las negociaciones. Alberto II mantuvo en suspenso esa dimisión con la esperanza de que lograra el apoyo de la CD&V, indispensable para alcanzar los dos tercios necesarios en el Parlamento para acometer una reforma constitucional.

Horas después del mensaje del monarca, el mismo miércoles, el líder de la CD&V, Wouter Beke, anunció su intención de tomar parte en el proceso, aunque exigió que fueran dejadas de lado algunas cuestiones en su opinión demasiado favorables a los francófonos. En la larga reunión del jueves Beke explicó a las siete restantes formaciones qué es exactamente lo que su partido está dispuesto a negociar.

Mientras Elio di Rupo celebró el consenso, el líder de la N-VA, Bart de Wever, criticó el anuncio y acusó a los partidos flamencos de «ceder» en sus planteamientos para formar coalición con los grupos valones, al tiempo que alertó de que el acuerdo se traducirá en «una avalancha de impuestos para la clase media y empresarios».

Además, ironizó con el hecho de que el monarca pidiera celeridad para dar con una solución hace dos días y ahora permita que «estos señores y señoras puedan, de repente, marcharse tres semanas de vacaciones» antes de retomar los trabajos.

La división de la circunscripción electoral de Brussels-Halle-Vivoorde (BHV) será el primer tema de discusión, para luego decidir sobre leyes de financiación, autonomía fiscal y transferencia de competencias del Estado a las regiones. Sólo después, aseguró Beke, se negociará la formación del Ejecutivo.

Miembro fundador de la Unión Europea, Bélgica ha sido considerada durante mucho tiempo como un ejemplo de integración, con la comunidad flamenca en el norte y los francófonos en el sur. Pero ahora corre el riesgo de convertirse en el símbolo de las divisiones de los 27 países de la UE.

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El líder de los independentistas flamencos, Bart de Weber, alertó de que el acuerdo se traducirá en «una avalancha de impuestos» e ironizó con que se permita a los políticos irse de «vacaciones» después de que el rey de los belgas les urgiera dos días a formar un nuevo Gobierno para salir de la crisis.

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