Raimundo Fitero
Pequeña lecciones
Otra operación salida. Nadie escapa a las redes semánticas. Arnaldo Otegi acabará siendo el preso preventivo con más absoluciones en su expediente. Maneras de sobrevivir. Un día amanecerá a oscuras. El señor Mercado y la señora Farmacéutica, se inquietan por cualquier derrota pírrica. Si los políticos europeos se engolan porque han hecho un pacto para ahogar mucho más a Grecia, y a los pocos partes informativos aparecen con todas sus baterías enmiendan la plana a los ministros y dicen que lo que han hecho es confirmar que Grecia no pagará sus deudas. O sea, más presión añadida, tensión en el parquet. Lo de siempre.
Por eso no sorprende que cuando se hace una tímida recomendación para que se receten más recetas de activos y no de marcas, aparecen los portavoces de las empresas multimillonarias, las farmacéuticas veleidosas, diciendo que si usan los genéricos, no habrá investigación, ni desarrollo, se cerrarán los laboratorios, se irá gente a la calle y no sirve para ahorrar dinero al Estado. O sea, se han cabreado, y probablemente se resentirán los hoteles costeros a los que mandan a los médicos que más recetas firman aplicando sus productos. Juegan con la Salud, como con cualquier otro negocio. Y gritan. Y seguramente recularán los políticos, porque ellos están colocados en un lugar indeterminado del proceso, no mandan, sino que cumplen órdenes.
Estas cosas que se nos cruzan en nuestra vida se convierten en pequeñas lecciones que se repiten de manera machacante. Los teleberris se agostan, los comentaristas y tertulianos buscan analogías y concomitancias donde no hay nada más que coincidencia y casualidad en la parte externa de los principios. En la SGAE convocan nuevas elecciones, una asamblea general, nadie lidera el proceso, pero se filtra que todo es porque se ha amenazado desde el ministerio de González-Sinde con una intervención. La contradicción convertida en un ideario de flotación política. No tienen nada que ver, pero pueden intervenir. Más lío. Los portavoces se invitan a chupar del bote. Y contestan a gritos, «gracias». El tiempo de las cerezas se está agotando. Y las montañas ciclistas también. Chupando rueda.