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ISIDRO ESNAOLA | Economista

Kutxa Bank: ¿la única opción?

El autor hace referencia al artículo de opinión que el presidente de Kutxa, Xabier Iturbe, públicó en GARA el 23 de julio, y opina que no se trata de un artículo divulgativo sobre las bondades de la fusión, sino que se enmarca en los movimientos que pretenden «condicionar» la votación de la asamblea de la entidad financiera guipuzcoana.

Varios días lluviosos y plomizos durante el verano aburren y pesan tanto que uno acaba por rebelarse ante tanto hastío. Sin nada mejor que hacer eché mano del artículo del presidente de Kutxa sobre la fusión (GARA 23-7-2011) y después de leerlo detenidamente no me quedó más remedio que escribir algunas consideraciones sobre el asunto. Xabier Iturbe, como él mismo reconoce en el artículo, después de haber tomado una decisión en el Consejo de Administración sobre la fusión de Kutxa con BBK y Vital Kutxa y haber aprobado el correspondiente plan de comunicación, escribe un artículo para que todas las personas y grupos de interés de Kutxa conozcan las razones de su posición.

Tanta magnanimidad para a renglón seguido, en su primera afirmación zanjar que «éste es el único proyecto posible». Si es el único posible a qué viene tal despliegue de elocuencia. Hubiera podido terminar ahí mismo el citado artículo. Lo que ocurre es que el señor Iturbe habla con el lenguaje del poder al que nunca le ha gustado discutir con el pueblo o con los grupos de interés sino solamente dar a conocer sus convicciones, y que mejor para ello que borrar cualquier posible alternativa desde el principio, no vaya a ser que salga algún o algunos respondones y planteen otras propuestas posibles.

El poder siempre lleva las discusiones hacia oposiciones del tipo: o esto, o el caos, cercenando así la posibilidad de un análisis sereno del contexto, de las alternativas y de los posibles conflictos de intereses. La cuestión es que siempre hay caminos alternativos, siempre hay capacidad de elección; sólo la muerte agota esta posibilidad.

Ahora bien, si está decidido ¿a cuento de qué escribir largos artículos en los periódicos? A que necesita convencer a la la asamblea de Kutxa para que vote a favor de la propuesta de fusión pergeñada por él mismo y algunos colegas más. No se trata, por lo tanto, de un artículo divulgativo sin mayor trasfondo social, económico o político, sobre las bondades de la fusión, sino que se enmarca en los movimientos preliminares de cara a condicionar la votación que se dará en esa asamblea sobre el futuro de Kutxa como, por otra parte, también están haciendo otros grupos de interés, de impositores, partidos y sindicatos, eso sí, más humildemente. Este contexto es el que da sentido al artículo escrito por el señor Iturbe.

El informe sobre la situación que desarrolla a lo largo del escrito resulta bastante tendencioso: No explica, por ejemplo, por qué Kutxa ha tenido que vender inmuebles y terrenos; no dice por qué tenía tanto interés en la costa mediterránea cuando a todas luces allí difícilmente podía mantener el compromiso con el tejido empresarial que es al parecer la guía de su actividad, a no ser que, por compromiso con el tejido empresarial entienda el señor Iturbe escoltar a promotoras e inmobiliarias allá donde vayan. No profundiza tampoco en que los coeficientes de solvencia y liquidez de los que se vanagloria los ha conseguido Kutxa a base de no dar un crédito a nadie durante estos últimos años. Y así van surgiendo cuestiones y más cuestiones. Una pequeña autocrítica sobre el camino recorrido estos últimos años hubiera servido para dar algo de credibilidad al mensaje en estos tiempos de crisis y penuria.

Más tarde vuelve al lenguaje del poder para volver a cerrar puertas diciendo que la bancarización ya no es un debate en nuestro mercado; es una decisión tomada y ejecutada. Es posible que en nuestro mercado no sea un debate, pero no conviene olvidar que en Gipuzkoa además del mercado existe una comunidad, una sociedad para la que el debate sobre la bancarización sí existe y además la gente lo considera importante porque, entre otras cosas, está en juego una parte del patrimonio de los habitantes de este herrialde que es gestionado por Kutxa. Y lo visto y oído hasta ahora no invita a la tranquilidad, precisamente.

Ypor si queda alguna duda del futuro que nos espera fuera de la decisión que han tomado, dice que Kutxa va a ser la única caja que quede si no entra en el proceso de fusión. Hay otras cajas, más pequeñas, pero que también han pasado los test de estrés y no tienen intenciones de unirse a ninguna otra como son Pollença y Ontinyent.

Esas cajas sirven a las comunidades en las que están implantadas y no parece que vean el horizonte tan negro como el presidente de Kutxa. Así pues, no es el tamaño lo más importante, sino la misión, para quién y para qué se hacen las cosas. Y con la fusión y el nuevo banco fruto de esa fusión parece que los ojos de los dirigentes de las cajas están más puestos en la City de Londres o en el Mediterráneo que en nuestro territorio y su tejido empresarial.

Vistos otros ejemplos, Kutxa Bank no parece que sea la única opción posible. De todas formas, todo este ejercicio de cerrar puertas y ocultar datos contiene una orden implícita para que apoyemos el proyecto de fusión, además, sin exigir ningún tipo de compromiso o garantía. Como bien se dice en el escrito explicar los contenidos del contrato de integración queda para un próximo artículo. Lo primero es lograr el apoyo, una vez conseguido éste de manera incondicional, el resto poco importa.

De todo esto surgen un par de cuestiones que tal vez permitan centrar la discusión sobre ciertos aspectos prácticos que pueden ser de interés para los habitantes de este y de los otros herrialdes implicados, antes de dar el apoyo a un fusión y bancarización de las cajas promovida por las urgencias de otros y que poco tiene que ver con las necesidades de este pequeño país. La primera está relacionada con las salvaguardas que contendría el acuerdo de fusión. El nuevo banco sería un banco público pero que en cualquier momento puede plantear una ampliación de capital por varias razones; o porque se presenta la posibilidad de una compra, y ya hemos visto que el tamaño importa bastante, aunque no está claro para qué; o porque el banco ha incurrido en pérdidas. Si la ampliación de capital la suscribe el capital privado, el carácter público del banco desaparecería a las primeras de cambio. Y una vez abierto camino, sucesivas ampliaciones de capital dejaría a la parte pública en franca minoría. El carácter público de la fusión no se ve garantizado más allá del comienzo de la andadura de ese nuevo banco.

Por otra parte, atendiendo a lo que dice el artículo, con el nuevo banco el dinero que se dedicará a la obra social se multiplicará como los panes y los peces del episodio bíblico. Mucho me temo que la realidad sea otra y que en vez de aumentar disminuya, porque tal y como se nos repite una y otra vez el tamaño del banco es muy importante. ¿Y cómo se aumenta de tamaño? O bien ampliando el capital, o bien dedicando una parte mayor de los beneficios a reservas, con lo que la parte a repartir a las cajas para su obra social bien puede disminuir rápidamente por aquello de la necesidad de ser competitivos, del entorno hostil o de la necesidad de alcanzar cierto tamaño que misteriosamente nadie está en condiciones de cuantificar. Otro tema que pone sobre la mesa la cuestión de las garantías con las que se pretende hacer la fusión. La ciudadanía está deseosa de conocer si existe algún tipo de garantía.

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