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Juan José Téllez 2011/8/4 | Público.es

Tocata y fuga de la prima

Siempre tuvimos alguna prima que huía a la grupa de una moto y a rastras de un niñato. La prima de España se escapa en agosto dejando llorando a sus tutores sobre el frío parqué de las bolsas. En La Moncloa, se preguntan qué hicimos mal, con tanto mimo y educación de pago (...).

Aún no le ponemos rostro y nombre a ese donjuán de barrio que la secuestra, pero que desde hace tiempo saquea nuestro piso, a pesar de que nuestros mayores obedecen sus órdenes a punta de pistola: por sus amenazas, no sólo cambiamos de costumbres sino de creencias, nos sometemos a sus deseos sin discutirlos y le mencionamos con un respeto rayano en el sadomaso. Sabemos que su mano nos estrangula pero ignoramos si detrás de ella se oculta el capo de una trasnacional, la directiva de una agencia de rating o el joven tiburón financiero que se divierte con una nintendo mundial en un juego siniestro en el que cayeron Grecia, Irlanda y Portugal.

Los faraones de la ciudad, desde los descapotables de su soberbia, ya hablan de rescate; pero no se trata de rescatar a nuestra prima fugitiva, sino a la casa entera con nosotros dentro. ¿Y si rescatáramos, en cambio, nuestras viejas ideas rebeldes o, al menos, la de que el arte de que la política gobierne de nuevo la economía y no al contrario? Hubo un mundo en que sólo se hablaba de los navajeros en las páginas de sucesos. Por aquel entonces, nuestras primas terminaban volviendo a casa tras su tocata y fuga, con el resabio del desamor nublándoles el alma.

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