El presidente de Somalia, Sharif Sheij Ahmed, y el primer ministro, Abdiweli Mohamed Ali, anunciaron ayer haber derrotado a los insurgentes islamistas radicales shebab al obligarles a retirarse de la capital, Mogadiscio, donde los combates eran diario y las víctimas civiles inmumerables. El Gobierno títere, sostenido por las tropas de la Unión Africana (UA) mantiene que los rebeldes abandonaron sus posiciones para escapar de la ofensiva de las tropas gubernamentales y de las de la Misión de la UA en Somalia (AMISOM), pero los shebab aseguran que se trata de un cambio de táctica para evitar víctimas civiles y que seguirán combatiendo al Gobierno.

«Mogadiscio está completamente liberada del enemigo y el resto del país pronto estará liberado también», indicó el presidente. «Seguiremos luchando contra ellos para echarlos del resto del país», agregó triunfante el jefe del Gobierno, quien señaló que «soñamos con este día desde hace tres años».

Los insurgentes abandonaron durante la madrugada de ayer sus posiciones en la capital que estaba bajo su control, que pasarán ahora a manos de las tropas gubernamentales. Hasta ahora controlaban el 40% de Mogadiscio, pero su presencia se había visto debilitada en los últimos meses por la ofensiva de los 9.000 efectivos ugandeses y burundeses de la AMISOM.

Su portavoz, Ali Mohamed Rage, explicó a la radio Al Andalus que «tras un largo debate, se ha decidido llevar a cambio un cambio de táctica en la guerra y sacar a los efectivos de Mogadiscio» para evitar que los bombardeos de la AMISOM causen más muertes. «Pero aún estamos en otras zonas. Seguiremos luchando en Mogadiscio y en el resto de las ciudades que controlamos», dijo.

«La AMISOM ha decidido utilizar su armamento más pesado para masacrar a los ciudadanos de Mogadiscio, y como queremos reducir el número de muertes entre la población civil, hemos llegado a la conclusión de que tenemos que retirarnos», añadió.

El presidente somalí, con cuyo Gobierno han jurado acabar los islamistas, urgió a la población a que no regrese a las zonas abandonadas por los shebab, completamente destruida por tantos años de combates, hasta que los expertos en seguridad las registren y comprueben que no quedan explosivos.

Además de a la insurgencia islamista, el Gobierno se enfrenta a una crisis humanitaria sin precedentes en veinte años a causa del hambre, agravada por la sequía. El estado de hambruna, declarado por la ONU en cinco zonas del país, es negada por los shebab, a los que el Ejecutivo acusa de ser los principales causantes de la crisis por impedir la distribución de ayuda humanitaria.

En Somalia, 3,7 millones de personas están en situación de crisis y 3,2 millones necesitan ayuda inmediata para sobrevivir.