Antonio Alvarez-Solís | Periodista
Impotencia
Tenía que llegar el momento en que el Gobierno bajara los brazos y manifestara al país su impotencia para remediar la situación de pobreza en que está sumida la sociedad española. Ese momento acaba de protagonizarlo el ministro de Trabajo cuando ha dicho esto tan desolador: «El Gobierno prefiere un trabajador temporal a un parado». El sr. Gómez se ha dirigido a los periodistas para anunciar implícitamente que renuncia a la protección laboral de las masas y que entrega los trabajadores españoles a las empresas para que éstas hagan con ellos lo que crean conveniente. Llegó el momento de cantar espirituales en el algodonal. Las empresas ya no tienen obligación alguna de crear empleo permanente mediante la transformación de los temporales en fijos a los dos años de contrato circunstancial. Recordemos que esta obligación de transformar lo temporal en fijo fue refrendada en la última y recientísima reforma laboral que, si no me equivoco, no ha tenido tiempo de funcionar en la realidad. Ahora se incrementará la procesión del parche al paro y del paro al parche y la moral social sufrirá otro tremendo desgarro.
Sí; el Gobierno socialista ha bajado los brazos y desde ahora se convierte en espectador del drama colectivo. Con ello justifica que las masas operen desde su soberanía innata, aunque no practicada todavía, y se alcen para hacerse cargo de sí mismas. Lo decían los viejos teólogos españoles de la Contrarreforma, también ahogada en sangre y dolor, y sirva la frase como figura simplemente verbal: es lícito matar al tirano. Políticamente, claro.