Los shorts negros y las camisetas rojiverdes vistieron literalmente los Campeonatos del Mundo porque Kenia acaparó las seis medallas en juego de la primera jornada en Daegu y sus colores fueron los del éxito.

Los tripletes de sus atletas en maratón y en 10.000 rompieron estadísticas y pronósticos por su dimensión firmando un inicio demoledor para las ilusiones del otro gigante del fondo mundial, Etiopía, y para las ilusiones asiáticas que sienten debilidad por el maratón.

Se tiende a pensar que los inicios son importantes por eso de las inercias. Las atletas keniatas no pudieron hacerlo mejor, o quizás sí, mejorando marcas. Pero el fondo, al contrario que la velocidad y los saltos, no es tan propicio a las meteorologías cálidas y húmedas, así que tanto las fondistas de la pista como las del asfalto bastante hicieron con asegurar todas las medallas con el termómetro registrando 24 grados y un 80% por ciento de humedad a mediodía.

Kenia es cuarta en la lista histórica por países de los Mundiales de atletismo, un puesto de honor labrado íntegramente en el fondo, su especialidad natural, unida a sus condiciones genéticas y a su forma de vida.

Edna Kiplagat, Priscah Jeptoo y Sharon Cherop han puesto los nombres al primer triplete histórico en los 42,195 kilómetros, una circunstancia que no se había producido en la mítica distancia ni en el Mundial ni en los Juegos Olímpicos.

Kiplagat sucede en el palmarés a la china Bai Xue, ausente por lesión. A sus 31 años, la más veterana y experimentada del trío llegaba con el mejor registro de las participantes, unos 2h20:46 alejados de las marcas imposibles de la gran Paula Radcliffe aunque, como la londinense, también Kiplagat ha ganado en Nueva York. Lo hizo en la última edición y vencer en la Gran Manzana supone fama, dinero e imprime carácter.

Ni siquiera la caída sufrida por Cherop cuando intentaba surtirse en un puesto de avituallamiento consiguió apartar a ninguna de las tres del camino del podio. En el kilómetro 32 sólo quedaba por decidir cómo se repartirían los puestos. Kiplagat, al margen de jerarquías, demostró ser la más fuerte. Cruzó primera, seguida de Jeptoo, vencedora esta temporada en París, y de una Cherop que entró algo tocada. Fundidas en un abrazo, en cuarta posición llegaba la etíope Bezunesh Bekele a siete segundos de la tercera clasificada, pero ya sin opción a nada.

Unas horas después, en la sesión vespertina se repetía la historia -incluso ampliada- en el 10.000, donde las keniatas se apropiaban de los cuatro primeros puestos de la clasificación.

Un golpe para Etiopía, que domina la pelea contra Kenia pese al buen estado de forma que demostraron sus atletas ayer en el Mundial. Etiopía posee cinco títulos en categoría femenina y ocho en la masculina. Vivian Cheruiyot logró ayer el tercero para las vitrinas keniatas, después de los conseguidos por Sally Barsosio en Atenas'97 y Linet Masai en Berlín'2009.

Trabajo y emoción en equipo

La labor de equipo fue fundamental para el resultado final y para la celebración compartida. Lejos de correr cada una a su bola tiraba la todavía campeona Masai antes de ceder el puesto a sus compatriotas. Las cuatro en cabeza manejaron la prueba a su antojo destrozando los planes de gente como Defar, Kiros y Melkamu, un trío etíope en el que sólo esta última, en plan suicida, aguantó ante sus vecinas hasta el último kilómetro.

«Es absolutamente fantástico. Es un día maravilloso para las keniatas y para todo el país. Queríamos correr juntas y ese era el plan. Lo hicimos perfectamente, ayudándonos las unas a las otras», explicó Cheruiyot emocionada, que firmó marca personal y ahora intentará defender con éxito su título en los 5.000 metros en una carrera con tintes de revancha.