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Crónica | Denuncia a la industria del cine

Tinieblas González acusa a las productoras de enriquecerse con las subvenciones públicas

Tinieblas González habló ayer sin pelos en la lengua sobre su experiencia con la industria del cine español. Afirmó que las grandes productoras tienen beneficios gracias a las subvenciones públicas y en muchos casos a costa de la calidad. «El 97% de los largometrajes no dan dinero en taquilla», aseguró.

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Nerea GOTI

«Está claro que éste es mi entierro en la industria cinematográfica española», manifestó ayer Tinieblas González en una comparecencia ante la prensa que duró más de una hora. En la propia convocatoria, el director y guionista laudioarra ya avanzaba su intención de entrar en «el alcantarillado de la industria cinematográfica de este país, para sacar a la luz las miserias del multimillonario negocio que se esconde destrás del séptimo arte» y no tuvo reparos en asegurar que el espectador de cine en el Estado paga dos veces, porque las subvenciones públicas ya han costeado con creces el producto que llega a las salas. «No paguéis por ver una película de cine español, porque está hecha con tu dinero» aseguró. «El 100% del cine español se hace gracias a las subvenciones públicas, pese a que los productores digan que ponen dinero, porque el 97% de los largometrajes no dan dinero en taquilla». Añadió que esto explica la situación de una industria a la que la calidad del producto final le importa poco, porque, aunque no se comercialice, «ellos ya han sacado su beneficio».

Basó su afirmación en su experiencia personal con su último filme, «ASD (Alma Sin Dueño)» con la productora madrileña Alma Ata, pero aseguró también que es un mal que se repite salvo en contadas excepciones. De hecho, apuntó que su denuncia habrá servido para algo si alguien investiga a dónde va a parar el dinero público. «ASD» se rodó en Bilbo y Gasteiz a lo largo de 2008, con un resultado «bastante potente». «Nos quedaron casi 380.000 euros para hacer la postproducción, lo que son efectos especiales, sonido, doblaje en castellano y euskara».

Fue en la fase de postproducción, en lo que tiene que ver con efectos especiales, sonido o doblaje, cuando la película «desapareció»: «Yo ya tenía un equipo para realizar el trabajo según un presupuesto», explicó con todo lujo de detalles el realizador respecto a las condiciones previstas para acabar su obra y acceder a las correspondientes subvenciones.

Sin noticias de la productora, que en algún momento alegó «que no tiene dinero para acabar la película», fue el pasado marzo cuando tras un rastreo de sus abogados descubrió que su película ya había sido estrenada en una sala de Madrid, con otro título, sin avisar al equipo y un resultado nefasto. A partir de ese momento, su testimonio versa sobre desprotección total para el autor. De hecho, apuntó que no pudo visionar la cinta hasta hace un mes en la Filmoteca vasca.

Pese a su condición de director y productor asociado -tal y como aseguró que figura en el contrato- poco puede hacer ante un trabajo «deplorable» que no reconoce y lleva su firma, ante el que ni Administración ni entidades como la SGAE le han servido de ayuda y ni siquiera puede contar con recurrir a los tribunales, porque los expertos calculan unos nueve años de pleitos en materia de derechos de propiedad intelectual.

A este historia de terror añade el capítulo relacionado con el presunto intento de cobro de subvenciones. «Han intentado cobrar con mi nombre y mi sello», afirmó. «Me han violado, han violado mi película y no voy a callarme» aseguró. «No tengo ni paciencia ni ganas ni dinero suficiente» para llevar el caso ante los tribunales, dijo sobre otras posibles vías y reconoció que necesita «pasar de esto» y empezar con otro proyecto, sobre el que se avanzó que será un corto, de bajo presupuesto y producido en cooperativa.

Zinemaldia está a la vuelta de la esquina y tampoco allí se callará. «Les reto a que me digan que me equivoco. Que tengan un careo conmigo» espetó a los aludidos por su denuncia.

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