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Raimundo Fitero

No suman

TVE decidió hace unos meses cancelar el contrato que tenía con Mediapro para hacer «España directo», un programa río que le proporcionaba unas buenas cuotas de pantalla, aunque siempre con el agravante de ser una contratación externa, lo que repercutía, decían los sindicatos, en el coste de cada emisión y su relación de rentabilidad, tan difícil de definir en estos momentos con la televisión pública estatal exenta de cortes publicitarios.

Tomada esa decisión que no parecía basada en criterios estrictamente profesionales o programáticos, lo que ha sucedido es que La Sexta, que tiene como socio a la productora Mediapro, ha recogido el guante, emite desde el verano una versión casi igual del original de la cadena estatal, «Tarde directo» pero no logra despegar en las audiencias y en TVE han reconvertido «Gente», en «+ Gente» y tampoco han sumado más audiencia, sino casi se diría que todo lo contrario. Han alargado su horario, amontonan secciones y todavía tienen el aire veraniego que ya está a punto de ser anacrónico.

Ambos programas se dedican a lo mismo, con el mismo esquema, con los mismos recursos, formatos muy similares. En un caso, la estatal, su idea es aprovechar el personal y material de los depauperados centros territoriales, como ya hacían de manera más simple y focalizada en la versión anterior, pero mirando más de manera global e incorporando esas secciones tan celebradas, al parecer, que es acercarse a los fogones de restaurantes, fondas o domicilios particulares para ver cómo se hacen recetas.

En La Sexta, simplemente han remodelado un poco superficialmente el formato, le han dado una conductora solvente, y mantienen el mismo tono, lo que en un principio le debería dar una posición de salida privilegiada, pero que una vez más nos tenemos que acordar de que los éxitos de los programas dependen de franjas horarios, de contenidos, pero también de continentes. Es decir un buen binomio entre espacio y cadena, ayuda. Y la costumbre de este tipo de programa en los últimos años ha sido desde las institucionales, la española o la vasca, sin ir más lejos. Y lo cierto es que la fragmentación no suma, al menos de momento.

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