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Ariane Kamio | Periodista

Sólo queda rodar el final

Si una imagen vale más que mil palabras, el testimonio quebradizo de un familiar que sufre la dispersión en primera persona cuenta con un valor humano incalculable. Ni mil, ni dos mil ni un millón de palabras serían capaces de abarcar el mundo interior que un sin quererlo condenado sector de Euskal Herria vive cada semana entre Donostia y Madrid, entre Bilbo y París o entre Ondarroa y Villena, por ejemplo. Son sufrimientos resbaladizos que escapan de cualquier mano que no esté dispuesta a sujetar el mínimo peso necesario para que esta realidad para muchos oculta no acabe desparramándose sobre suelo minado.

Se podrían hacer mil y una películas con estos relatos, recordando las mil y una noches de soledad del cautiverio, de la nostalgia y de la visión de un futuro que parece mostrar sus primeros destellos de luz. Mil y una noches de célebres cuentos árabes, con Ali Baba y sus cuarenta ladrones o con más de 700 presos políticos y otros tantos verdugos, cómplices y actores de tercera.

Podemos rememorar por enésima vez a Xabier Elorriaga, Álex Angulo o Ramón Barea en «La fuga de Segovia» y pensar con desequilibrio nostálgico que «aquélla fue otra época», en la que «pasábamos debajo del sostén postales con ikurriñas y escritas en euskara desde Donibane Lohizune a Hegoalde», como recuerdan nuestras madres.

O, por contra, airear nuestro imaginario con nuevas escenas y nuevos escenarios, sin huidas, ni exilios, ni forzosas despedidas detrás de un cristal que se rompe cada vez que una madre despide a su hijo o una hija despide a su padre.

Un nuevo encuadre en el que quepan todos los que no están, todos los que no pueden estar, y sea una oportunidad para un «desnudo» colectivo honesto, humano y deseado. Podría llamarse casting popular o rodaje espontáneo, pero de momento se ha dado a conocer como Egin Dezagun Bidea. El sábado rueda en Donostia ante la atenta mirada de Zinemaldia, con más de 700 actores preparados en la distancia y a la espera de una masiva llegada de figurantes que les ayuden en escena. Sólo queda rodar el final.

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