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Erdogan enarbola la bandera de las revueltas árabes y la causa palestina

Pese a los intentos de los molestos militares egipcios por desactivar su visita, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, aprovechó el púlpito que le ofreció la Liga Árabe para reivindicar el papel central de Ankara y de su «modelo islamista moderado» en el éxito y la actual deriva de las revueltas árabes (en los casos de Egipto, Túnez y Libia) y para volver a reivindicar su papel de paladín de los derechos palestinos y de ariete contra Israel.

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El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, reivindicó el papel innegable de Turquía en la ola de revueltas que sacude al mundo árabe y volvió a encumbrarse como el valedor de los intereses del pueblo palestino.

Aprovechando el estrado de la sede de la Liga Árabe en El Cairo, Erdogan desgranó un discurso -íntegramente en lengua turca- que rezumó neotomanismo, esa nueva concepción geoestratégica de la Turquía liderada por su partido, el islamista AKP.

Sólo desde esa perspectiva se puede entender su llamamiento a la unión de turcos y árabes para construir un futuro para la región en el que primen, eso sí, «la libertad, la democracia y los derechos humanos».

El primer ministro recordó que «los turcos y los árabes están vinculados desde hace centenares de años con lazos de amistad y fraternidad» e insistió en que esa unidad no sería sólo geográfica, sino cultural y religiosa. Toda una apelación al pasado del imperio otomano, que durante cientos de años lideró el mundo musulmán, pero que olvida intencionadamente el reverso de la moneda, el sojuzgamiento de muchos pueblos bajo sus botas, entre ellos de las tribus árabes.

«En el pasado y en el futuro nuestro destino es unir nuestros esfuerzos. Estamos en un punto de cambio histórico en el que compartimos nuestras tristezas y alegrías y en el que nos entendemos mejor que antes», subrayó el líder turco.

Ankara ha extendido «la mano del apoyo y la amistad a todas las formas del cambio en la región», señaló, en alusión al claro respaldo de Turquía a las revueltas de la llamada «Primavera Árabe».

«La libertad, la democracia y los derechos humanos deben ser nuestro lema unificado para el futuro de nuestros pueblos», agregó, para insistir en que «las reivindicaciones legítimas de los pueblos no pueden ser reprimidas por la fuerza (mientras hablaba así en El Cairo, su ministro de Interior amenazaba con una incursión de castigo en Kurdistán Sur y decenas de kurdos ocupaban la sede del Consejo de Europa en Estrasburgo).

Sin salirse un ápice de su guión, Erdogan urgió a empezar inmediatamente con las reformas políticas, económicas y sociales para responder a las reivindicaciones legítimas de los pueblos, en una apelación directa al Gobierno de transición egipcio. «Estamos en una fase en la que se escribe de nuevo la Historia», declaró solemne.

Trabas egipcias

La actual posición preeminente de Turquía en Oriente Medio no es del agrado de Egipto, uno de sus rivales regionales históricos.

El actual poder en Egipto, en manos de los todopoderosos militares, ha tratado por todos los medios de devaluar el alcance de la visita de Erdogan. Así, forzó a este último a renunciar a su visita programada a Gaza (Egipto tiene la llave del cerrado paso de Rafah) y logró a última hora evitar que ofreciera un discurso solemne en la Universidad de Al-Azhar, la institución más influyente del Islam suní.

Esta universidad ofreció hace dos años su púlpito al entonces flamante nuevo presidente de EEUU, Barack Obama, para su histórico discurso de «mano tendida» al mundo musulmán tras casi una década de «guerra al terror».

El hombre fuerte de Egipto, el mariscal Husein Tantawi, no pudo evitar que Erdogan, aclamado por cientos de egipcios a su llegada al aeropuerto de la capital a última hora del lunes, fuera recibido ayer por el jeque de Al-Azhar, Ahmed al-Tayeb. Ambos coincidieron en la necesidad de apoyar el islamismo político «moderado» y luchar contra las visiones rigoristas y yihadistas del Islam.

A nadie se le escapa, a estas alturas, que el «modelo turco» de islamismo político, personificado en el AKP de Erdogan, ha cobrado un fuerte impulso en la actual deriva de las revueltas árabes. En el propio Egipto post-Mubarak, los Hermanos Musulmanes despuntan como la organización más cohesionada y que mayores réditos políticos puede sacar del convulso período preelectoral y pretransición que vive el país árabe más poblado.

En Túnez, que recibirá hoy mismo a Erdogan en su gira por los países donde han triunfado las distintas modalidades de revueltas árabes, el movimiento islamista Ennahda se perfila como favorito en las elecciones del próximo 23 de octubre.

La gira del líder turco concluirá el jueves en Libia. La alfombra roja para recibir al primer gran mandatario extranjero tras la toma de Trípoli está extendida y seguro que a Erdogan le sonaron a gloria las palabras ayer del presidente del Consejo Nacional de Transición, Mustafah Abdeljalil, quien reinvidicó el lunes en su primer discurso público en la capital libia que la sharia (ley islámica) será la primera fuente de legislación en la Libia post-Gadafi, para insistir a continuación en el rechazo «de todo extremismo».

«Somos un pueblo musulmán que practica un Islam moderado y seguiremos en esa vía», insistió, presentando a la libia como una sociedad conservadora y religiosa. Cierto es que los Hermanos Musulmanes cuentan con apoyo popular y han sido punta de lanza en la revuelta.

«Más que opción, obligación»

Otro de los elementos centrales del discurso de Erdogan fue la cuestión palestina.

El líder político e islamista turco fue tajante al asegurar que el reconocimiento del Estado palestino por parte de la ONU «no es una opción sino una obligación». En esta línea, instó a los ministros de Exteriores de los países árabes presentes en la sede de El Cairo a que unan sus esfuerzos para lograr que antes de fin de mes se levante la bandera de Palestina en la sede en Nueva York de Naciones Unidas.

«Antes de que termine el mes, vamos a ver a una Palestina con un estatus muy diferente al actual en la ONU», auguró, utilizando un lenguaje cauto en referencia a las presiones occiden- tales sobre la Autoridad Palestina (ANP) de Mahmud Abbas -quien estuvo la víspera en la misma sede cairota de la Liga Árabe- para que rebaje sus pretensiones de reconocimiento ante la Asamblea de la ONU.

Durante su alocución, de unos 20 minutos de duración, Erdogan reiteró sus críticas a Israel, al que acusó de atentar contra los derechos y la dignidad humana. «Israel tiene que respetar los derechos humanos y actuar como un Estado normal para liberarse del aislamiento», dijo Erdogan, para recordar que, por el contrario, «continúa tomando medidas irresponsables que socavan su legitimidad». El líder turco fue más allá y aseguró que «la política agresiva del Gobierno israelí amenaza al futuro del pueblo israelí».

El jefe del Gobierno de Ankara denunció nuevamente la actitud «arrogante» del Estado hebreo tras el asalto de sus tropas contra el ferry turco Mavi Marmara en mayor de 2010 cuando formaba parte de una flota de solidaridad con Gaza y de denuncia contra el bloqueo. El asalto se saldó con la muerte de nueve turcos. Tel Aviv se niega a presentar disculpas.

«Está fuera de la agenda que Turquía vaya a normalizar sus relaciones con Israel» mientras este país mantenga su actual posición. Ankara expulsó a comienzos de setiembre al embajador israelí y ha roto relaciones diplomáticas, comerciales y militares con su otrora aliado.

Al-Qaeda y el «crudo invierno» para EEUU
SIRIA

En una entrevista al diario egipcio «Al-Shorouk», Erdogan expresa su temor de que la crisis política de Siria conduzca a una «guerra civil entre alauíes y suníes».

El actual líder de Al-Qaeda, Ayman al-Zawahiri, predice un «crudo invierno» para EEUU tras la «Primavera árabe», un movimiento que, según el médico egipcio, marca «una escalada de la yihad (guerra santa)».

En su mensaje de vídeo con ocasión del aniversario del 11-S, Al-Qaeda asegura que EEUU ha sufrido «golpes importantes» desde aquel día de 2001. Entre ellos destaca «sus derrotas» en Irak y en Afganistán y el estallido de las revueltas árabes, calificándolas de «un seísmo que ha trastocado de lleno los cálculos americanos» en la región.

En su defensa «del Islam auténtico y de que las revoluciones instauren gobiernos fundados en la sharia», la red afirma que en Egipto «tiene lugar una guerra para impedir que el Islam gobierne» y pone en guardia a los rebeldes libios contra la OTAN.

El mensaje rechaza el proyecto de la ANP de pedir su reconocimiento como Estado ante la ONU y rinde homenaje al ya desaparecido Osama bin Laden, que aparece a título póstumo en el vídeo augurando a los estadounidenses que terminarán «como esclavos de las multinacionales y del dinero judío». GARA

libia

Amnistía Internacional (AI) pidió al Consejo Nacional de Transición (CNT) libio que ataje la espiral de abusos de los derechos humanos, calificables como crímenes de guerra, cometidos por las fuerzas rebeldes contra milicianos leales al régimen y civiles.

YEMEN

La ONU hizo público ayer un informe en el que denuncia la muerte de cientos de personas en la represión de las protestas por parte del régimen y alerta del riesgo de desintegración y de guerra civil en Yemen.

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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha decidido dar prioridad absoluta y acelerar las obras de construcción del muro en la frontera con el Sinaí egipcio para «evitar ataques terroristas».

Abbas dice que acudirá al Consejo de Seguridad pese al anuncio de veto estadounidense

Los palestinos pedirán oficialmente el próximo 22 de setiembre al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la admisión de Palestina como Estado miembro de pleno derecho con las fronteras previas a la Guerra de los Seis Días de 1967, según anunció ayer el ministro de Exteriores de la Autoridad Palestina, Riyad al-Maliki. En principio, este anuncio pondría fin al debate abierto en el seno de la Organización para la Liberación Palestina (OLP) sobre la posibilidad de acudir directamente a la Asamblea General y obtener un estatus inferior, el de Estado no miembro, o acudir al Consejo de Seguridad y asumir el veto de EEUU. Aunque Washington no es el único que presiona. Algunos países europeos tampoco ven con buenos ojos la iniciativa. En el campo palestino tampoco hay unanimidad. Pero Hamas, en el poder en Gaza, está dejando hacer a pesar de las declaraciones en contra de algunos de sus dirigentes.

«No se puede ir a la vez al Consejo y a la Asamblea», por lo que «si la petición no pasa en el Consejo veremos qué hacer», declaró ayer en Ramallah el dirigente palestino Mohamed Shtaye, en un encuentro con periodistas en la sede de la OLP. Shtaye recordó que otros países, como Japón y Portugal, entraron en la organización en los años cincuenta tras varios vetos de la URSS.

Sin embargo, todo apunta a que los líderes de la ANP recuperarán la vía de la Asamblea General tras recibir el «no» de Washington. Un día después de registrar su solicitud, el 23 de setiembre, el presidente de la Autoridad de Ramallah, Mahmud Abbas, defenderá su postura ante los estados miembros de la Asamblea. La petición pasará después por una serie de trámites que pueden llevar cuatro días, como en el reciente caso de Sudán del Sur, o prolongarse durante meses, indicó Shtaye, integrante del equipo negociador palestino, que reconoció que «no queremos crear a la gente falsas expectativas. La situación sobre el terreno no va a cambiar entre el 20 y el 30 de setiembre, pero habremos conseguido la posibilidad de aplicar el Derecho Internacional».

Todavía está por ver cuál será la actitud de Israel, que aseguró, a través de uno de sus diplomáticos, que prepara una respuesta «acorde con la declaración». GARA

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