GARA > Idatzia > Eguneko gaiak

Alberto CASTRO | Analista económico

Una integración con interrogantes

Las tres cajas vascas están a punto de desaparecer del mundo financiero como actores activos. Las asambleas del 16 de septiembre en BBK y Caja Vital, y del 23 de septiembre en Kutxa oficializarán, si no hay sorpresas, su integración. A partir de que se culminen los trabajos de fusión, los clientes de estas históricas entidades deberemos acudir a un banco, no a la caja de toda la vida. En el día de ayer se hizo público el anuncio del acuerdo de los tres presidentes de las cajas con Bildu a fin de salvar el escollo de un posible «no» en la asamblea de la caja guipuzcoana, lo que le hubiera descabalgado por completo del proceso, tal como habían aireado desde su dirección a modo de amenaza.

¿Qué hay de bueno en el acuerdo, a falta de saber los detalles concretos? Una vez abandonada la vía más fructífera para apuntalar el futuro de la economía vasca, la defensa de una caja fuerte para toda la CAV, lo que se ha buscado es preservar, al menos, el sentido teórico de su función seminal: dotar de oportunidades a los más necesitados de apoyo financiero y convertir la obra social en piedra angular de sus objetivos. Esto, al parecer, está a salvo, ya que figurará por escrito en el contrato final de fusión. Se entiende, por tanto, que el banco nos tratará con la misma atención que nuestra caja tradicional y que será equilibrado en la aplicación de comisiones. También se deberá notar que es, como dijo el presidente de Kutxa, «un banco social diferente a los bancos privados».

El otro punto caliente, el más primordial sin duda, es el riesgo de privatización. Es lo más espinoso de desbrozar, dado que en la legislación actual el portazo a inversores privados vendría a ser como una «autoimposición» de las tres entidades, lo que puede cortar las alas al vuelo libre defendido, pero no explicitado con crudeza, por el presidente de BBK.

¿Qué valor tendrá esta garantía en un futuro? ¿Podrá trabajar esta entidad, este banco, otros cien años sin la presencia de capital privado? Son dudas más que legítimas, y los opositores a ultranza advierten de esta posible maniobra acunada en el cambiante mundo de la legislación bancaria. Lo ven, además, como el primer paso para distanciar, no sólo los cometidos de actividad financiera y obra social, sino las filosofías de las estructuras de ambas entidades. Es decir, que serán unidades completamente autónomas a la hora de tomar decisiones y ello puede acarrear, pese a las supuestas obediencias instrumentales y societarias, conflictos futuros. ¿Cómo se trasladarán los intereses de las cajas hacia el nuevo consejo de administración?

Por otro lado, no puede quedar al margen el sesgo opaco de todas las intervenciones de los presidentes de las cajas, que han blandido argumentos, cuando menos disfrazados, para justificar la necesidad de la bancarización. No pudiendo echar mano de las excusas de falta de solvencia, urgencia de buscar capitales en la bolsa, mejora en la obtención de beneficios y obligación del Banco de España, han optado por decir que sólo hay futuro en la licencia bancaria y que, además, cuanto más grande, mejor, aunque no sea una verdad palmaria como lo demuestran algunas quiebras y peticiones de apoyo público de grandes bancos. Como tampoco lo es que las cajas y cooperativas de crédito no tengan sitio en el mundo financiero actual, sobre todo a la vista de los casos alemán y francés.

Hay dos apartados más, también de trascendencia, que todavía no han sido aclarados. ¿Cuál será el campo de juego para las relaciones laborales?¿Cuánto van a cobrar los directivos y cuántos complementos se autoaplicarán, ya dentro del banco? En el primer caso, por el momento, la pelota ha quedado en el alero de los trabajadores, que deberán elegir el marco más adecuado. A ojos de LAB sólo es aceptable el marco de Euskal Herria. ELA también defiende esta posición. Por otra parte, está sin definir el pacto laboral que evite la imposición de recortes de empleo en la entidad resultante.

La respuesta a la política salarial para los directivos no está fijada, ni siquiera planteada, en el acuerdo con Bildu. No es cuestión baladí, porque ha habido ejemplos muy sonoros que nos advierten de la escasa ética de los responsables bancarios. Incluso con el agua al cuello y ayudas oficiales, hay directivos que no desaprovechan las oportunidades de engordar sus sueldos. No sería mala cosa tratar de esbozar, con vistas a futuro, la política de remuneraciones de la cúpula bancaria, si va a estar, como se dice, bajo el mando de las cajas.

Por tanto, se trata de una integración positiva por las intenciones de evitar la privatización y garantías de permanencia de la obra social, pero llena de interrogantes de cara al futuro por la desconfianza hacia los usos del mundo bancario y la fragilidad de la regulación financiera. Si se mantienen íntegramente las premisas acordadas con Bildu, estaremos ante el menor de los males, aunque sea todavía grande.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo