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Denuncian la «opacidad» oficial sobre las causas del accidente nuclear de Marcoule

La inexistencia de una fuga radiactiva tras la explosión en el complejo nuclear de Marcoule ha sido confirmada, pero los ecologistas denuncian la «opacidad» oficial, ya que se desconoce aún su origen. El debate sobre la energía nuclear, todavía incipiente, cobra fuerza en el Estado francés.

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Mirari ISASI |

Los análisis efectuados en los alrededores del complejo nuclear de Marcoule, sureste del Estado francés, confirman que no ha habido contaminación «radiológica» tras la explosión el lunes de un horno para el tratamiento de residuos atómicos, informó ayer el Instituto de Radioprotección y de Seguridad Nuclear francés.

Las mediciones realizadas por un laboratorio independiente ratificaron este extremo, según indicó a GARA Anne-Laure Meladeck, de la organización ecolo- gista francesa Sortir du Nucleaire, que al igual que otros grupos cuestionaron que las autoridades minimizaran de inmediato el impacto del accidente y descartaran tan pronto la existencia de fugas.

«Ahora tenemos más información y parece que no ha habido más fugas que las habituales» a raíz de la fusión o incineración de los residuos nucleares, señaló. «No se detectó nada especial, porque la instalación quedó totalmente cerrada y contuvo la radiactividad», agregó Meladeck, quien, no obstante, denunció la «opacidad» de las autoridades al recalcar que aún se desconocen las causas de la explosión.

La activista ecologista resaltó la peligrosidad de la planta accidentada aunque los residuos que se trataban en el horno que explotó fueran de baja radiactividad, porque «allí se concentra radiactividad y se liberan más partículas contaminantes que las normales». Pero, además, incidió en que en ese mismo complejo hay instalaciones que utilizan los residuos para fabricar con plutonio un combustible muy contaminante y un accidente como el de ayer podía haber afectado a otras instalaciones. «Por eso su baja radiactividad no era motivo suficiente para descartar un peligro mayor», aseguró.

Accidentes más graves e incluso menores han reactivado el debate en torno a la energía nuclear. El último, el desastre de Fukushima, el pasado 11 de marzo.

Aunque en el Estado francés «es todavía incipiente y queda mucho trabajo por hacer», ese debate, que ha tenido consecuencias de calado en algunos estados, ha pasado a formar parte de la agenda de los partidos políticos de cara a las elecciones presidenciales de 2012. Por el momento no hay compromisos concretos, pero las formaciones a la izquierda del PS «progresan hacia una idea de abandonar la energía nuclear».

«Después de la Segunda Guerra Mundial, a los franceses -recordó Meladeck a GARA- se les hizo creer que lo nuclear era indispensable para su defensa militar y para su independencia energética y durante décadas los gobiernos han impulsado casi exclusivamente el desarrollo de esta energía en detrimento de las renovables, cuando está demostrado que lo nuclear no permite la independencia energética. Todas las minas de uranio en Francia están cerradas -agregó- y el 100% de nuestro uranio procede de otros países, sobre todo de Níger, uno de los países más pobres e inestables del mundo».

Por eso, la consecuencia más importante para el Estado francés del accidente de Fukushima fue que «por primera vez desde que se empezara a impulsar esta política nuclear civil y militar hubo un embrión de debate y la población, que nunca fue consultada empezó a preguntar y a cuestionar, por primera vez, la pertinencia de seguir con esta política».

sin excepción

La organización ecologista Sortir du Nucleaire subraya que el incidente de Marcoule evidencia que «los accidentes nucleares suceden en cualquier instalación de cualquier lugar del mundo» y que el Estado francés, que tras Fukushima insistió en la seguridad de sus plantas, no es una excepción.

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