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El país ya está en marcha y avanza por el camino que ellos trazaron

Las anunciadas condenas por el caso Bateragune deben interpretarse en función de la capacidad de liderazgo de los acusados y de su significado simbólico para la militancia abertzale; como ejemplo del ensañamiento del Estado español que, mediante un castigo político, busca proyectar su fuerza bruta e intenta mostrar que puede descarrilar la apuesta por un nuevo tiempo de soluciones y un cambio radicalmente democrático. Asimismo, pretende indicar a la izquierda abertzale y al conjunto del país cómo quiere que se desarrolle ese proceso: como un intercambio de golpes y en medio de una constante guerra de nervios.

Los acusados fueron decisivos en el cambio de estrategia y paradigma de la izquierda abertzale. Si el independentismo vasco y el conjunto de Euskal Herria caminan hoy hacia un nuevo escenario es, en gran medida, gracias a ellos. Castigarlos pretende descabezar el liderazgo que en el debate interno y en la consolidación progresiva de un escenario de no violencia y normalización política han demostrado. Sin embargo, si con la condena persiguen amortizar a Arnaldo Otegi, seguramente el líder político más estimado del país, se equivocan. Su estatura de estadista, aun desde su cautiverio, no hará más que crecer. En este país y a nivel internacional habrá iniciativas que hagan de ello una realidad.

Los tiempos de soluciones requieren reflexión constructiva y actos positivos. El Estado español, una vez más, apuesta por ensañarse con castigos políticos. Pero así no inutilizará la apuesta estratégica, ni la moldeará a su imagen y semejanza. Se equivoca, otra vez más. .

El camino está marcado. Su fuerza radica en las propias decisiones, en el análisis y el convencimiento propio. El Estado puede golpear y golpeará, utilizará la coacción; pero la apuesta no se mira ni se mide en función de lo que hace el Estado. Su referencia es la seducción del país, trabajar para arrastrar a su gente, para convencer al mundo. Y de esos parámetros no se moverá. Ahí se hace fuerte, gana con nitidez frente a un Estado sin oferta, que no genera adhesión.

Pueden estar tranquilos quienes trazaron el camino. Se seguirá por él con más fuerza, con aspiración de culminar esa apuesta ganadora. La marcha será larga y dura, pero paso a paso el país ya está en marcha.

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