Raimundo Fitero
Demolición controlada
Ya se están produciendo caídas de las parrillas de programas en casi todas las cadenas por su falta de respuesta en los audímetros, que es al parecer la única manera de argumentar en estos momentos de tanta angustia económica. Pero entre todos los asuntos de esta índole que se están produciendo, en ETB, se ha tomado una decisión con «Vaya Semanita», que nos abre algunas dudas sobre su eficacia, y sobre sus auténticas intenciones. Cambiar a la inmensa mayoría del equipo actoral, mantener el título e intentar hacer otro tipo de formato, es un desmontaje que puede camuflar una demolición controlada y secreta.
Este programa, ya un veterano en parrilla de ETB-2, es una producción de Pausoka, que a lo largo de la existencia del ente vasco ha tenido unas relaciones privilegiadas con todos los momentos de la evolución e involución de ETB. No importa ahora los antecedentes accionariales, ni las vinculaciones partidistas o familiares. El asunto es que «Vaya Semanita», con su equipo primero, se pasó a la televisión estatal, donde para decirlo rápido fue un fracaso anunciado, pese a contar con mayores capacidades técnicas y recursos económicos. Pero la productora, como es bastante habitual, mantuvo los derechos, el nombre y parte del equipo de guionistas y siguió con el programa. De esto hace ya unos cuantos años.
Y en estos años, la decadencia de programa de humor ha ido paralela a sus reconocimientos externos. Cuanta menos audiencia tenía en Euskal Herria, más premios recibía en España. Es más, sigue emitiéndose en una de las cadenas de segundo o tercer rebote de la TDT, por lo que como ya dijimos, el contenido no parecía molestar mucho ni aquí ni allí, pero vivía de los ecos de su primera etapa, que tuvo el mejor reparto en su conjunto y la mayor incidencia social y política en sus contenidos. Ahora, con una bajada a límites insostenibles, se intenta hacer una resurrección bajo el mismo nombre. Es una tarea muy complicada, según los expertos, una misión imposible. Lo único que tenemos claro es que, de momento, nos han quitado de en medio a Andoni Agirregomezkorta, un actor monocorde, que encontró su sitio en ese caldo de parodia chusca.