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«Zinemaldia era un festival serio y, de pronto, es subnormal. No volveré»

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Arturo Ripstein

Director de cine mexicano

Arturo Ripstein está considerado como uno de los mejores directores del cine mexicano de todos los tiempos. Dolido tras su paso por la pasada edición del Festival de Cine de Donostia, donde ya ganó una Concha de Oro con «Principio y fin» en 1993, ha acudido al festival de Cine Latinoamericano de Biarritz. En ambos eventos ha sido seleccionado en la Sección Oficial por «Las razones del corazón».

Idoia ERASO | BIARRITZ

El relajante sonido de las olas que llegaban a la terraza del Casino de Biarritz no templa los ánimos del airado Arturo Ripstein. Las críticas a la dirección y al jurado del Zinemaldia donostiarra llegan después de que no hubiera sido galardonado en dicho festival. «Que no parezca que estoy ardido; estoy nada más enojado», explica una vez terminada la entrevista para templar, tal vez, sus declaraciones.

Su última película, «Las razones del corazón», está en la Sección Oficial de Biarritz, pero también ha competido en la Sección Oficial del Zinemaldia. Partía como una de las favoritas, pero al final no pudo ser.

Es más fácil ganar un festival que entrar a la competencia, porque cuando uno presenta la película para que la seleccione el festival compite con otras 200 o 300 películas y después quedan solamente dieciséis; entonces, es más fácil obtener algo entre esas dieciséis. Por supuesto, tiene uno el obstáculo tremendo del jurado, que en el caso del último jurado de San Sebastián es lamentable. Es tener una actriz que no ha salido nunca de Pensilvania (Frances McDormand), y que los gringos nunca entienden nada, nunca han visto una película con subtítulos, no saben leerlos. También un guionista mexicano (Guillermo Arriaga); es decir, un enemigo personal por el hecho de ser mexicano. Porque la megalomanía hace que todo lo demás no exista, que la basura que se escribe parezca oro. La fama se confunde muy fácilmente con ser bueno, ser famoso y ser bueno parece lo mismo, pero no es cierto. La gloria hace que seas muy bueno; la fama es un producto de la publicidad, y este cuate es de un talento innegable para la autopromoción. A Álex de la Iglesia yo le había ganado una Concha de Oro en un festival y eso no se olvida. Una fotógrafa desconocida (Sophie Mantingeux) y un director danés desconocido (Bent Hamer), y dos chapuzas de actrices (Bai Ling y Sophie Okonedo) componen el resto de un jurado muy lamentable. De pronto, la dirección del festival empieza mal. Un festival, además de seleccionar lo que se les da y las mejores películas posibles, tiene que saber qué hacer con un jurado y no tener un jurado de chapuza, porque con un jurado de chapuza mal empieza la semana en el lunes. La dirección del festival en este momento ha logrado convertirlo en un festival en vías de desarrollo.

¿Tiene más confianza con el jurado de Biarritz?

Es gente más sólida sin duda alguna. A mi no me importa ganar o perder, no me importa ganarlo. Me duele perderlo, por supuesto, como a todo el mundo, pero aquí no hay pseudo-actrices. No hay payasadas. Ser el director de un festival de peliculitas de susto, de ¡ay que tuto, ay que mello!, así que tengas 14 años (se refiere a José Luis Rebordinos, que fue director de la Semana de Terror antes de dirigir Zinemaldia). Los 14 años mentales hacen que las soluciones sean de 14 años mentales. Si se juega, bien; y sino se juega bien, mejor no se embarca uno.

Fue una decepción muy seria. El miembro del jurado, pero ¿quién es y qué ha hecho?, la tipa esa dijo que «la primera película que vi, cuando era modelo, la vi a los 18 años de edad». No, así no entra. A no ser que el jurado vaya de ¡ay que mello, ay que tuto!, de las peliculitas que asustan. Hay que ser serio. Este era un festival realmente serio, era de los cinco de Europa y, de pronto, es subnormal.

¿Tanto como eso?

¡Ah, sin duda! Lástima.

Tal vez tenga más suerte en Biarritz.

No es un problema de ganar o perder, es un problema de ver cómo se mueven las cosas. Yo he ganado en un montón de festivales y he perdido en muchísimos más. Vaya, no es una nueva opción para mí, es ver nada más qué se escoge y cómo y porqué y cuál es el sentido de las cosas. Alguien me decía allí, en San Sebastián, que nunca será Cannes porque en Cannes sí saben como se trata a las películas y a las gentes que vienen. En San Sebastián es todo exactamente lo contrario, es una pena. A mí me da muchísima pena, porque es un lugar que a mí me gustaba muchísimo, y no volveré..

Les llegará el mensaje.

¡Espero!

¿En el festival de Donostia cuáles han sido los ecos que ha tenido sobre «Las razones del corazón»?

La película funcionó muy bien. Realmente yo nunca he tenido unas críticas tan elogiosas y tan cariñosas con una película. Nunca he tenido una especie de unanimidad de que las cosas están bien, no tengo ninguna desconfianza en la película. Leo muy pocas críticas, porque hay algunas que son muy malas y eso me niego a leerlo. Si me niego a leer las muy malas, lo hago también con las muy buenas, por un poquito de sanidad. Pero en este caso me han dicho que han sido prácticamente unánimes y que ha habido una espléndida respuesta y a los que vieron la película, que era muy dura y muy difícil, les ha parecido muy grata. Sé lo que hice, nadie tiene que decirme qué está bien. Los caminos que recorren las películas siempre son arduos, espinosos, retorcidos y complicado.

La película es una versión del mito de Madame Bovary. ¿Cómo decidieron enfrascarse en este proyecto?

Uno se inspira como puede. De pronto, lo complicado de la siguiente película es saber cuál es. Entonces uno empieza a tirar hilos por todos lados y hay buenas ideas y malas ideas. Y, de pronto, las buenas ideas son las que se te vuelven inevitables. En algún momento, años atrás, creo que yo fui o Paz (Alicia Garciadiego, su guionista y mujer) nos dijimos: vamos a hacer Madame Bovary, vamos a hacer una revisión. De pronto empezó a volverse muy importante el proyecto para nosotros, y la importancia consistía en mirar lo que se había pensado de Madame Bovary en detrás, porque la única condición que yo le puse a Paz es: «¡Hagamos una Madame Bovary pero no hay que leer de nuevo la novela!».

Paz la había leído de muy jovencita, con 17 o 18 años, igual que yo. Fue una novela que me gustó mucho y que fue importante para mí. Le dije: «Vamos a traducirla, pero sin leerla. ¿De qué te acuerdas?». Uno escribe sus novelas, que es una gran cosa de la memoria, y la memoria hace que las condiciones a tu gusto y a tu entusiasmo. Este es el origen de que, de pronto, se volviese inevitable esta versión. La escribimos a partir del recuerdo, a partir de lo presente.

¿Y han vuelto a leer la novela desde entonces?

No, no, no. Ahora, yo recuerdo bien las opciones puntuales, y sí se parece esta pequeña revisión a aquella.

Paz Alicia Garciadiego y usted llevan 25 años trabajando juntos ¿Ha evolucionado en todo este tiempo su manera de trabajar?

Por supuesto. Han evolucionado una serie de cosas. Por ejemplo, en nuestra primera película, «El imperio de la fortuna», ella me iba entregando el guión casi página por página. Ahora ya ella me lo da completo y yo después le meto mano. Ha cambiado muchísimo en tanto que hace diez años pudimos empezar a hacer cine digital. Es otra manera de entender el oficio de hacer películas. Paz un día me dijo: «¿A mí en qué me modifica el hacer la película digital?». Yo le respondí: «Son muchas las cosas en las que te modifica: puedes escribir los planos de la longitud que quieras, porque ya no hay problema de cortes». En el cine fotográfico no te podías pasar de diez minutos, cuando hacías 35 mm., porque es lo que dura el rollo; ahora puedes hacerlos de nueve o de veinticinco, de lo que quieras. Hay películas de un solo plano.

El cine digital puede ser más o menos económico, y uno llega a pensar que la película que está rodando no es la última; en el cine fotográfico, como es tan caro y tan complicado, uno está seguro de que nunca más vas a volver a filmar y que la película que estás haciendo es el testamento. Tienes que poner todo lo que tienes en la vida y hace generalmente un poco de empacho: es como cuando comes mucho y luego se te hincha la panza.

¿Cómo ha sido el rodaje de «Las razones del corazón»?

Es una película trabajosa. Técnicamente fue compleja, fue largo el proceso porque no teníamos prisa. La película la terminamos apenas hace un mes y poco. He estado metido más o menos con eso y otros trabajos que me permiten poner pan y mantequilla en la mesa.

CHAPUZAS

«Es un jurado (el de la pasada edición de Zinemaldia) muy lamentable. Un festival tiene que saber qué hacer con un jurado y no tener un jurado de chapuza»

McDormand

«Es una actriz que no ha salido nunca de Pensilvania. Los gringos nunca entienden nada, nunca han visto una película con subtítulos, no saben leerlos»

elogios

«'Las razones del corazón' funcionó muy bien en San Sebastián. Realmente yo nunca he tenido unas críticas tan elogiosas y tan cariñosas con una película»

LAS RAZONES

«He ganado en un montón de festivales y he perdido en muchísimos más. No es un problema de ganar o perder, es un problema de ver cómo se mueven las cosas»

«Detrás de la mierda invariablemente estarán las joyas que determinen el camino, la verdad y el bien»

El cambio a la era digital ha posibilitado el desarrollo del cine latinoamericano, ya que no son necesarios muchos medios para hacer una película.

El problema serio es que hay un montón de jóvenes que no quieren meterse a hacer cine con este formato, es inevitable. La historia del cine es, sin duda, la historia de sus cambios tecnológicos y este es uno más, y es inevitable. Será la manera de hacer películas de aquí para adelante. El problema es que hay una serie de jóvenes que van a la escuela y hacen los ejercicios con una pequeña cámara. Salen de ahí con su papelito según lo cual son directores de cine, o lo que sea, y les dices que sigan trabajando con la misma cámara y dicen que no, que lo que quieren es un camión, reflectores y mucha gente; cables por el piso, la silla con su nombre. Quieren las cosas que son el obstáculo y el peso de hacer una película. Los que empezamos el cine con el otro formato somos directores viejos. Los jóvenes van a la escuela, pero yo no fui a la escuela de cine nunca, soy absolutamente autodidacta.

Ahora se democratiza un poco el medio con esta posibilidad y el que no filma es porque no quiere. Se puede hacer con amigos, sin presupuesto, como sea. Exactamente igual que como existe la democracia indiscutible en la pintura, la literatura, la poesía, la música... es sencillísimo, cualquiera lo puede hacer, no a cualquiera le sale. Dios es avaro, les dio talento a poquísísimos, pero puede hacerlo el que sea. En el cine ahora el que quiera puede y la posibilidad de que esto se democratice hará monumental cantidad de proyectos, una monumental cantidad de mierda, pero detrás de la mierda invariablemente estarán las joyas que determinen cuál es el camino y cuál es el sentido, la verdad y el bien.

¿Está descubriendo nuevos genios en el horizonte?

México se ha transformado desde cuando yo empecé hasta ahora en que hay una industria cinematográfica con un público. Ahora, por supuesto, el cine mexicano y en general el cine latinoamericano, existirá a partir de unos cuantos autores, que serán mejores y peores. Por supuesto, uno espera que se decanten para bien, pero el problema de la fama ahora es que todo es instantáneo, internetiano, televisivo. La fama es rapidísima, pero la fama no garantiza nada. La gloria es lenta, la fama es instantánea y se confunde muy rápidamente: «Es muy famoso: debe de ser muy bueno». I. E.

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