Merkel se encuentra entre el oso de su gobierno y la prórroga
El futuro del bipartito de la canciller alemana Angela Merkel depende de si hoy consigue una mayoría propia para aprobar las ayudas financieras de Grecia. Aunque parece seguro que adelante el plan de rescate, desde la óptica política la posibilidad de deserciones en sus filas situaría a Merkel ante la disyuntiva de adelantar las elecciones o aliarse al SPD.
Ingo NIEBEL |
Es seguro que la ley que respalda las ayudas financieras a Grecia saldrá adelante hoy en el Bundestag, porque desde la oposición tanto el Partido Socialdemócrata (SPD) como los Verdes han anunciado que respaldarán a la presidente de la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Lo que está hoy en juego en Berlín es la continuación de la coalición de la CDU con el Partido Liberal (FDP).
Se cuenta con que quizás una decena de democristianos y un puñado de liberales podrían votar en contra o abstenerse. Desde el punto de vista legal no tiene importancia, pero la óptica política es bien distinta.
El Bundestag cuenta con 620 diputados. El bipartito de Merkel ocupa 330 escaños, por lo tanto 19 votos más que la denominada «mayoría de la canciller». Sin embargo, hace un par de semanas una veintena de sus parlamentarios anunció que no votaría en favor de la propuesta.
Ante el peligro de perder la votación, la CDU celebró unos comicios a puerta cerrada para ver quiénes son los disidentes, que han tenido que someterse a «sesiones de confesionario», en las que la cúpula ha intentado que cambien su voluntad dejándoles claro lo que podría significar su «deserción» para su futuro como parlamentario y en el partido. Un diputado gana unos 7.000 euros mensuales más varios extras.
Los actuales sondeos auguran que ni la CDU ni el FDP volverían a obtener 237 y 93 escaños, respectivamente, si hubiera que adelantar los comicios. De los comentarios hechos por Merkel y por su correligionario, el ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, se puede deducir que ambos se quedarán satisfechos con cada cifra que queda por debajo del mágico número 19. Hoy por hoy, parece que este deseo se va a cumplir.
Elecciones o «gran coalición»
Aunque desde el martes corren rumores según los cuales no será suficiente con que Alemania amplíe ahora su parte en el fondo de rescate del euro de 123.000 millones a 211.000 millones de euros. La nueva suma equivale a dos tercios del presupuesto del Estado alemán.
En caso de desastre, Merkel tendría que pensar en otra solución que pasaría por un adelanto de las elecciones generales, previstas para 2013, o por romper la alianza con el FDP para formar provisionalmente una «gran coalición» con el SPD hasta terminar la legislatura.
Esta última opción la ha recomendado el influyente diario conservador «Frankfurter Allgemeine Zeitung» porque un gobierno estable no sólo ayudaría a Alemania sino también a la UE a manejar mejor la actual crisis financiera. Suponiendo que habrá menos de 19 desertores, la canciller habrá ganado una batalla, pero no la guerra. Uno de los liberales euroescépticos, Frank Schaeffler, está reuniendo firmas para que las bases del FDP decidan en referéndum sobre un no al fondo de rescate. Si tiene éxito, el vicecanciller y ministro de Economía, Philipp Rösler, a la sazón presidente del FDP, podría verse obligado a salir del bipartito.
Indignados de traje y corbata
Paralelamente, Merkel tiene otro frente abierto, el «extraparlamentario». Cada vez crece más el número de un selecto grupo de «indignados», que se visten de traje y corbata, y que en vez de tomar la calle ocupan bien remunerados puestos en la Banca y en la Economía. Nada menos que el ex asesor de la canciller y actual presidente del banco nacional, Jens Weidmann, ha criticado reiteradamente la ampliación del fondo de rescate porque teme que determinados países puedan hacerles pagar sus deudas a otros sin someterse a un plan de austeridad. El jefe del Bundesbank señaló también que una «insolvencia controlada» podría ser una opción para ciertos estados endeudados. Ayer, el antecesor de Weidmann en el cargo, Axel Weber, solicitó más competencias para Bruselas, incluido el derecho a intervenir en los presupuestos de los Estados.
La desventaja estratégica de Weidmann y de otros que piensan como él, es que no disponen de ningún partido político que se haga eco de sus demandas. No obstante, entre el 20% y 40% de los alemanes darían su voto a una formación de esta índole.
Dado que ésta está aún por nacer, ganará la tendencia que opta por tirar con el fondo de rescate ya que a través del bipartito de Merkel, el SPD y los Verdes va a poder realizar su política. Inyectarán el dinero de los contribuyentes alemanes en las arcas vacías de Atenas esperando evitar el efecto dominó de una bancarrota griega. El denominador común de ambas corrientes es que ninguna puede garantizar que su política solucionará la crisis.
La CDU ha sometido a sus parlamentarios a un control interno para identificar a los disidentes, a los que ha intentado hacer cambiar de opinión dejándoles claro las consecuencias de su deserción para su futuro en el parlamento y en el partido.