M. José y José Luis Beaumont Aristu Abogados
Mateo y Emilio, Itoitz y Jánovas
Nuestra amatxo siempre decía que no hay nada más bonito que vivir al lado de un río. Y qué gran verdad. Pero también siempre añadía que tampoco nada más peligroso. Y qué forzada certeza
Mateo y Emilio, la honradez y el coraje. O Emilio y Mateo, el tesón y la dignidad.
«Aunque han pasado muchos años, no podré olvidar nunca aquella mañana, en que descubrí que no sólo en los cuentos siguen existiendo piratas, cuando al abordaje tomaron el pueblo y tuvimos que marchar de casa, al ver las lágrimas de madre, a mí que se me fue de golpe la infancia...».
Así reza un fragmento de la «Habanera triste», de la Ronda de Boltaña. Así reza la historia de Jánovas, y así lo hace también la de Itoiz. A los pies de Ordesa o a los pies de Rala. En la orilla del Irati, o en la orilla del Ara. Qué más da.
A los dos os obligaron a dedicar lo mejor de vuestras vidas, los más largos años, los más duros inviernos, y a todas vuestras familias, a pelear en silencio contra la imposición sin límites.
Emilio de idéntica manera con el régimen del criminal Franco que con la democracia bananera. Mateo de manera idéntica con los herederos del criminal que con los socialistas advenedizos. Los dos contra la misma marea, contra similar turbidez y contra análoga desfachatez y sinrazón.
Mateo y Emilio. Emilio y Mateo. Gorraiz y Garcés. Pirineo oscense, pirineo navarro. Qué más da.
Veinte años sólo separaban vuestras mismas historias. La misma actuación criminal, con los mismos piratas, con los mismos guardias civiles y policías, con idéntico sinsentido, con la misma tristeza y con la misma rabia contenida.
Los dos con la misma honradez, el mismo coraje, el mismo tesón, y una idéntica e inmensa dignidad.
Precisamente nada de lo que los piratas del Ara y del Irati podrán jamás presumir.
Cualquiera podríais haber sido nuestro padre, porque él también pasó, con mejor suerte, por el mismo calvario.
En enero de 1984 o en junio de 2004. En Jánovas o en Itoitz, a orillas del Irati o a orillas del Ara, qué más da. Los dos y vuestras familias, tras sufrir interminables y agotadores episodios de acoso y hostigamiento dirigidos al desalojo de vuestras casas y de vuestros pueblos, tuvisteis que abandonarlos conminados y coaccionados, por enésima y última vez, rodeados de guardias civiles o de policías forales, por el gobernador Civil de Huesca y por expoliadores de Iberduero, o por el consejero navarro de Obras Públicas de turno. Qué más da.
A ninguno de los dos os han permitido morir en vuestras casas. Ni a Mateo en casa Toarena en Itoiz, ni a Emilio en casa Secretario en Jánovas.
Tampoco a ninguno de los dos os permitieron vivir en ellas en los últimos años, como siempre lo habíais hecho desde que llegasteis a la vida. Las derribaron con dinamita o con excavadoras, qué más da, y las remataron con fuego.
Nuestra amatxo siempre decía que no hay nada más bonito que vivir al lado de un río. Y qué gran verdad. Pero también siempre añadía que tampoco nada más peligroso. Y qué forzada certeza.
Peligroso en el Ara, y peligroso en el Irati. En ningún caso por sus aguas, ni tampoco por sus crecidas, pero sí por sus piratas.
Los dos habéis dejado muy parecidas mujeres, y muy parecidas familias. Catalina y Francisca, o Francisca y Catalina. José Mari o Patxi, Orreaga o Jesús, Ramón o Miguel, Fermín o Montserrat, Toni o Belén, o Beatriz o Teresa. Qué más da.
Pisaron y masacraron vuestras tierras, mancillaron vuestra tranquilidad y os quitaron la infancia de vuestros hijos. Pero nunca os podrán quitar, aunque sean piratas, el mejor de vuestros tesoros: la dignidad de vuestros maridos y padres, los dos ya abuelos.
Mateo y Emilio han muerto igual que nacieron y de la misma manera a como vivieron. Con la honradez de los niños que fueron, con la humildad de quien conoce y cultiva sus orígenes, con la tranquilidad de saber que hicieron las cosas bien, y también de que hicieron todo lo que pudieron.
Pero, sobre todo, nacieron, vivieron y murieron con dignidad. Con la dignidad, escrita con mayúsculas, de quien sabe que todo el trabajo ya estaba hecho.
Mateo nació en Itoitz el 14 de septiembre de 1926, y Emilio lo hizo en Jánovas el 29 de marzo de 1923. Emilio falleció en Barbastro el 12 de septiembre pasado, y Mateo lo hizo en Elkano el 29 de septiembre último.
Goian bego Mateo. Descansa en paz, Emilio.
Un abrazo a todos.