Internacional
Balompié, religión y sexo
«Ver jugar a Iniesta es como un sueño erótico», ha dicho para elogiarle el seleccionador chileno, Claudio Borghi, frase que recuerda la estrecha relación que la sexualidad ha mantenido siempre con el fútbol, para muchos una religión, aunque en ella no quepan los ateos.
Joseba VIVANCO
``I belong to Jesus'' (Pertenezco a Jesús), rezaba la camiseta interior que el brasileño Kaká mostraba al mundo entero cada vez que anotaba un gol con su Milan o con la canarinha. Fue hasta que la FIFA dictaminó hace un par de años la prohibición de símbolos o gestos religiosos en los campos de juego. El presidente de la Federación Danesa de Fútbol, Jim Stjerne Hansen, lo resumió en su día: «No hay lugar para la religión en el fútbol. Por recomendación expresa de la FIFA, Dios, el jugador número 12 de Brasil, tendrá que quedarse en el banquillo durante el Mundial de Sudáfrica». Más claro, agua... bendita.
Siempre se ha dicho que el fútbol es una especie de religión, aunque una religión en la que no caben los ateos. Que se lo digan a los seguidores de Rangers y Celtic cada vez que toca jugar el clásico Old Firm entre protestantes y católicos. «El fútbol es una religión laica», terció el escritor Mario Vargas Llosa. Pero con dioses. Como Diego Armando Maradona, que para eso protagonizó la `mano de Dios'.
Persignarse al saltar al césped u orar con las manos sobre el rostro antes del pitido inicial de un partido son ya gestos asumidos en los campos. Mucho menos habitual es lo que los dirigentes del fútbol ugandés han pedido a sus aficionados. Las Grullas, como se conoce a su combinado nacional, se juegan este fin de semana ante Kenia volver a una Copa de África tras 34 años. De ahí que se haya hecho un requerimiento oficial a todo el pueblo ugandés a dedicar tres días de oración para solicitar la ayuda a los dioses.
Más que en un dios, en quien depositan toda su fe los jugadores del histórico Alianza de Lima peruano es en el Señor de los Milagros. Tanto que es el único equipo en el mundo -como nos recuerda el periodista argentino Pablo Aro Geraldes- que cambia sus tradicionales colores azul y blanco por el morado y el blanco durante el mes de octubre, como tributo a este Santo Morado. Una tradición que data de 1971, tras un partido frente a Sporting Cristal en el Estadio Nacional y que los locales ganaron. En la cultura peruana, a octubre se le llama el `mes morado', del que los grones -`negro' al revés, por la identificación que tuvo la comunidad de raza negra con el club- son los más fieles seguidores.
Un mes en el que seguro los jugadores se cuidarán muy mucho de mentar al de arriba. En el Calcio italiano, la pasada campaña decidieron empezar a aplicar la ley anti-blasfemias que expulsa a todos aquellos deportistas que pronuncien el nombre de Dios en vano; como le ocurrió al juventino Buffon.
Una normativa que quién sabe si algún santurrón estará tentado de ampliar también a las gradas, visto lo que se vio el pasado fin de semana en el aburridísimo 0-0 entre Hoffenheim y Bayern de Múnich. Lo fue tanto que entre los 30.150 espectadores que llenaron el estadio una pareja decidió dedicarse a mantener relaciones sexuales durante el partido. Al final, acabaron expulsados del campo bajo la amenaza de ser arrestados por escándalo público.
Sexo sí, pero no en el descanso
Y es que, lo mismo que la religión, la práctica sexual y el fútbol también han hecho amistades, y sino que se lo pregunten al malogrado George Best, el mejor jugador que ha dado Irlanda y el más vividor. «En 1969 dejé las mujeres y la bebida, pero fueron los peores veinte minutos de mi vida», llegó a decir el beatle a quien, cuando le preguntaban por sus continuos escarceos con ganadoras del concurso Miss Mundo, respondía: «Tengo carnet de socio».
Una actitud parecida debían mantener también los jugadores de la selección de Brasil de aquel jovencísmo Pelé, que ganaron el Mundial de Suecia de 1958. Las malas lenguas hablan de que dejaron unos cuantos descendientes en el país nórdico, fruto de las escapadas de sus estrellas de la concentración. Algo así como cuando Maradona salió con aquello de que «mis hijas legítimas son Dalma y Gianinna. Los demás son hijos de la plata o de la equivocación».
Lo cierto es que práctica sexual y fútbol, sobre todo cuando el partido o una competición están encima, siempre han dado de qué hablar. En la selección de Holanda del Mundial de 1978, los jugadores compartían habitación con sus mujeres... Y fueron subcampeones. Por contra, el inigualable Brian Clough -uno de los mejores técnicos que ha dado Inglaterra- justificaba la costumbre de concentrar a los jugadores varios días antes de los partidos en que lo hacía para salvar sus matrimonios, porque así evitaba que discutieran con sus mujeres.
Carlos Bilardo, director técnico de la Argentina campeona del mundo en 1986, les aconsejaba a sus futbolistas que si tenían sexo en épocas de competencia era recomendable que el hombre estuviese abajo para que su esfuerzo fuera menor. Aunque quien más afinó puntería en sus consejos fue el gran Pelé: «Estoy de acuerdo con que los jugadores puedan tener relaciones sexuales antes o después del partido, pero nunca durante el descanso». Faltaría más...
En fin, como argumentó en su día el antropólogo francés Christian Bromberger, «es cierto que se han comparado los estadios con santuarios y que existe mucha afinidad entre la pasión por el fútbol y la religión. Hay, en efecto, un espacio consagrado (el césped), oficiantes (los jugadores), feligreses con una gestualidad codificada similar a la liturgia, y una serie de actitudes mágico-religiosas. Creo, no obstante, que se diferencia de una religión por el hecho de que el fútbol no aporta ningún mensaje sobre la salvación». Puede ser, es cierto, pero al fin y al cabo, como dijo el ex-futbolista argentino Claudio García, «si no fuera por el fútbol, muchos seríamos vírgenes todavía».
Al primer campeón de la temporada, el HJK Helsinki finlandés, se le acaba de sumar también el Helsingborgs, séptimo club en las siete últimas campañas que se hace con el trofeo de la Allsvenskan sueca. También en Islandia, el KR Reikiavik –vencedor de una cuarta parte de las ligas islandesas, que vienen disputándose desde 1912– acaba de sumar su 35º título, lo que le coloca como el equipo escandinavo con mayor palmarés, por delante, precisamente, del HJK finés (24) y del Rosenborg noruego (22).
Otro campeón que hemos conocido ha sido el nuevo rico del fútbol chino, el Guangzhou Yiyao, primer club recién ascendido que se ciñe la corona de la máxima división. Donde se lo están poniendo difícil es en la Liga rusa al bicampeón Zenit de San Petersburgo, y es que sus cuatro siguientes perseguidores son todos de la capital Moscú: el CSKA, el Dinamo, el Spartak y el Lokomotiv. Quienes también deberán apretar en la recta final son Los Angeles Galaxy de David Beckham, el mismo sobre quien George Best dijo que «no tiene zurda, no va bien de cabeza, no sabe ganar un balón y no hace goles. Por lo demás, está bien». Los angelinos, con el inglés como máximo asistente de la competición, son el único equipo de la MLS que no conoce la derrota en casa en la presente campaña.
Un viejo conocido suyo de los tiempos del Real Madrid, Roberto Carlos, es desde ahora no sólo jugador, sino también entrenador del Anzhi daguestaní de Eto´o. Otro que también se ha metido a entrenar es Robbie Fowler, ex del Liverpool, y el mismo que tras marcar un gol al Erverton en 2001 –por cierto, 2-0 ganaron los reds a los toffees este sábado, con la 11º expulsión en los últimos 14 derbis entre ambos equipos– se echó al suelo en una de las líneas de cal que dibujan el campo e hizo el acto de esnifar una raya de cocaína. Ahora, dirige al ambicioso Muang Thong tailandés.
A lo mejor a alguno de ellos les hagan falta porteros como Víctor Valdés, que acaba de igualar con 301 partidos a Zubizarreta como arquero con más partidos de Liga del Barça, o a Manuel Neuer, portero del Bayern de Múnich, que acumula ya 658 minutos sin encajar un gol.J.V.