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Reinventarse para volver a ganar

La escuadra gasteiztarra apuesta por un cambio radical y perder talento con Barac y Huertas, para ganar en solidez y en rotación.

Arnaitz GORRITI

David Bowie es conocido como «el camaleón del rock» por su capacidad de transformación, sobre todo en cuanto a la imagen se refiere, pero sin perder un estilo fácilmente reconocible. A su manera, el Caja Laboral Baskonia ha decidido emular al músico inglés y, por enésima ocasión, ha superado un verano complejo que ha terminado con un cambio de look verdaderamente radical.

Falta de carácter. He ahí el imperdonable pecado que el propio Josean Kerejeta reconoció a la hora de hacer balance de la temporada 2010/11. Un equipo liderado por el cuarteto Huertas, San Emeterio, Teletovic y Barac no fue capaz de jugar ninguna final, tropezando en liga y Copa ante el Barcelona y sin poder evitar caer fulminado por el Maccabi en Euroliga. Pese al MVP liguero obtenido por San Emeterio, taras como la ausencia de un segundo base, la no adaptación de Logan o Batista o la lesión de Nemanja Bjelica pesaron en exceso en el cuadro gasteiztarra, que también vio cómo el ciclo de Dusko Ivanovic parecía tocar a su fin.

Pero no era el ciclo del montenegrino lo que había culminado, sino el de un estilo de juego. En un mes de julio realmente caótico, el Caja Laboral Baskonia anunciaba las salidas de Barac y Batista a Turquía -a Efes Pilsen-, mientras que Huertas hacía las maletas al Barcelona y Logan, tras un inacabable culebrón, terminaba en las final del Panathinaikos.

Sólidos cimientos

Sin prisas, la entidad baskonista ha rearmado su nuevo equipo, reinventando un conjunto casi irreconocible. Por lo pronto, parece que este Baskonia va a disponer de una rotación mucho mayor, aunque no sea Ivanovic un técnico que guste de jugar con más de 8 ó 9 hombres. Cuantos más elementos a utilizar, más difícil es lograr los «automatismos» que ansía Ivanovic en ataque y en defensa. Empero, si logra involucrar a sus 11 jugadores útiles, mucho ojo.

En cuanto a nombres, llama la atención el regreso de Pablo Prigioni, tras una tormentosa marcha al Real Madrid. El de Río Tercero no sólo debe hacer olvidar esto -la afición también tiene cosas que callar-, sino ejercer de mentor de un Heurtel que se ha mostrado descarado y con aptitudes para «devolver resuello» con minutos de juego.

Con las bases puestas, la solidez es la marca distintiva del nuevo Baskonia. Oleson y Ribas ejercerán de «perros de presa» exteriores, mientras que Reggie Williams con su tiro y San Emeterio -que es duda en el inicio liguero por un esguince- con sus penetraciones, deben marcar la diferencia en el juego exterior.

En el interior, el fichaje en falso de Macej Lampe a trastocado los planes baskonistas. Por contra, la llegada de Seraphin -mientras Lampe se recupera y se aclara el cierre de la NBA- y Dorsey, a falta de calidad, ofrecen una solidez e intimidación -y rebotes- que el año pasado tanto se echó de menos.

Por su parte, Teletovic ha cambiado su juego, pasando a jugar más veces en el poste bajo o en penetración, sin limitarse tanto a sus tiros lejanos. Asimismo, Ivanovic ahora castiga más al bosnio, y ya le ha dado «raciones de banquillo» en la Euskal Kopa y la Supercopa debido a algunos errores atrás.

Quedan por ubicar a Nemanja y Milko Bjelica. El alero serbio afronta su segunda temporada con las mismas dudas de hace un año. Sus 209 centímetros y su movilidad pueden darle minutos como alero o ala-pívot, sobre todo si sabe fajarse. Milko Bjelica tiene el mismo problema de «blandura» defensiva. Estos dos hombres, junto a Dorsey, aspiran a pocos minutos, pero que deberán aprovechar bien por calidad o por intensidad pura. ¿Surtirá efecto este cambio?

 

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