Fallece Steve Jobs, cofundador de Apple
«Rara vez alguien impacta tanto»
Bill Gates: «Rara vez alguien impacta tan profundamente». Mark Zuckerberg: «Gracias por mostrar que lo que puedes construir puede cambiar el mundo». Barack Obama: «Fue uno de los más grandes innovadores americanos. Suficientemente valiente como para pensar de otra manera y fuerte para creer que podía cambiar el mundo y con talento para hacerlo». La noticia de la muerte de Steve Jobs se propagó como la pólvora por internet y las reacciones recordaban más a la muerte de un estadista o de un artista de fama mundial que a la del cofundador de una empresa, aunque ésta se llame Apple.
Josu JUARISTI
Tras una lucha larga, dura y casi pública, el cáncer de páncreas derrotaba este miércoles al cofundador de la compañía Apple, Steve Jobs. El anuncio de su fallecimiento, realizado por su propia empresa, desataba una cascada de reacciones y declaraciones y las ediciones digitales de los principales medios de comunicación de medio mundo abrían sus páginas con los honores reservados para las noticias más impactantes.
Cada declaración y cada medio parecían formar parte de una carrera por hallar el adjetivo más solemne, el epíteto más elevado. Visionario, revolucionario, héroe... Desde los principales mandatarios del planeta a los mayores competidores de Apple, todos ensalzaron y glosaron ayer su figura, mientras los analistas volvían a preguntarse qué futuro espera a su compañía ahora huérfana.
Pero, ¿hasta qué punto ha sido Steve Jobs innovador y visionario, un revolucionario o, más aún, un héroe americano? Es obvio que su legado ha originado hábitos de consumo y ocio, y modos y entornos de trabajo para millones de personas y empresas, aunque no faltará quien diga que la mayor parte de la humanidad no sabe qué es Apple ni quién fue Steve Jobs. En todo caso, un repaso a algunas de las reacciones recogidas ayer servirá para ilustrar la dimensión que ha adquirido la desaparición del cofundador de Apple.
En primer lugar, por impactante y porque sirve para calibrar un poco mejor la reacción social suscitada por su muerte, un repaso a las fotografías enviadas por las agencias y rebotadas por los medios de comunicación ofrece la imagen de un duelo casi global en EEUU, Europa, Japón o Hong Kong, los principales mercados para los productos apple. Jóvenes llorando, velas encendidas, flores, carteles y más flores, en una muestra colectiva de dolor que evocaba a fallecimientos tan ilustres como el de Michael Jackson. Miles de personas para las que, aparentemente, Apple y quién sabe si el propio Jobs se habían convertido en lo más parecido a una religión. ¿Hasta qué punto nos ha cambiado la vida Steve Jobs? se preguntaba ayer «The New York Times», al tiempo que invitaba a sus lectores a enviar fotografías que ilustrasen su relación con la compañía de la manzana. El término que más acompañaba a esa relación era cool. Los productos Apple son cool. Así que, si lo llevas, eres cool.
Capacidad de transformar
Otra reacción. Recogida, en este caso, en «The Nation», donde Ken Auletta subrayaba la capacidad transformadora de Steve Jobs, una figura «histórica» en su opinión. Auletta enumeraba los logros soñados, creados o vendidos por Steve Jobs para argumentar la siguiente afirmación: «Las cosas que hizo Jobs han cambiado nuestras vidas». La lista incluye el Macintosh, iTunes, Pixar, iPod, iPhone y iPad. En su opinión, mucho más que meros aparatos tecnológicos. Y así, Ken Auletta llega a la palabra mágica: son cool. Es decir, están bien hechos y, además, bien diseñados, son atractivos. Adictivos, para quien pueda permitírselos.
Pero Steve Jobs no siempre ha recogido alabanzas. Su fuerte carácter (controlador y manipulador, según Nicholas Thompson) le provocó no pocos choques con compañeros de empresa o periodistas. Muchos opinan que el propio Jobs construyó un culto a su personalidad tan fuerte que condicionará, ahora, el futuro de sus sucesores en la compañía. No porque no puedan hacerlo («Estoy seguro de que Tim Cook -el sucesor de Jobs- y su equipo son muy buenos», afirma Thompson), sino porque no tienen su capacidad de atracción y adhesión (de los trabajadores, pero también de los medios) y de control de los resortes externos e internos de semejante compañía.
Algunos creen que el entorno que creó para sus criaturas reflejaba su propio carácter: cerrado, restrictivo y autoritario. Sin embargo, a pesar de ello, sus fieles son legión.
El discurso de Stanford
Para la posteridad quedan la tecnología que creó o imaginó, pero también muchas de sus frases, recibidas como si fueran guía de vida o una especie de libro de autoayuda. El discuso de graduación que Steve Jobs impartió el 12 de junio de 2005 en la Universidad de Stanford fue, seguramente, el punto culminante de su leyenda y su oratoria, por su estilo y por la carga emocional que le imprimió, desnudándose en cierto modo ante el auditorio y el mundo, remontándose, incluso, a unos meses antes de su nacimiento. Quien quiera verlo, está en http://www.youtube.com/watch?v=D1R-jKKp3NA.
Jobs soñó allá por 1974 con hacer una máquina amiga; una máquina para cuyo manejo no fuesen necesarios conocimientos de informática, ni haber oído nunca hablar de lenguajes de programación. Su unión con Steve Wozniak, la otra mitad de la primitiva Apple, redondeó el proyecto. Jobs imaginaba cosas imposibles y Wozniak conseguía hacer que funcionasen. Al final, la magia sólo requería un dedo. La magia quizás perviva, pero será con Jobs, el mito, en el recuerdo.
El iPhone 4 S perdía ayer el protagonismo de la página de inicio del sitio web de Apple, que ahora recibe a sus visitantes con una fotografía en blanco y negro del que ha sido su cofundador y motor, una de las personas más influyentes del mundo tecnológico. Jobs pasará a la historia como el visionario que sacó los ordenadores de las grandes empresas y popularizó su uso doméstico. A él le debemos el desarrollo de conceptos como el escritorio con iconos y el uso del ratón en sustitución de la complicada «línea de comandos» de los primeros ordenadores, pero sin duda hoy es reconocido como el transformador de los hábitos de consumo de varias generaciones con productos como el Macintosh 128k, el Mac, y más recientemente el iPod, el iPhone y el iPad. Millonario desde los 26, Steve Jobs ha mantenido hasta casi el último momento la imagen de ser realmente una persona que disfrutaba con su trabajo, y lo demostraba en cada presentación de un nuevo producto de Apple, empresa que por cierto le despidió en 1985 y que luego él salvó de la bancarrota. Dada su trayectoria profesional, es obvio que lo suyo no ha sido cuestión de suerte. Fran GONZALEZ (técnico informático, colaborador de 7K)
Jobs y Wozniak crearon el Apple I en un garaje. Nacía Apple Computer. Su sucesor, el Apple II, se convirtió en el primer ordenador de consumo masivo, los pedidos llovieron y Apple pasó a ser la empresa de mayor crecimiento en EEUU.
Después de Apple II, los dos Steve (Jobs y Wozniak) revolucionaron el mundo de la industria informática con el lanzamiento en 1984 del Macintosh, el primer ordenador que responde al concepto de PC (ordenador personal).
Tras abandonar Apple, creó en 1986 los Estudios de Animación Pixar, que vendió a Disney por 7.400 millones de dólares en 2005. Volvió a Apple en diciembre de 1996 con el cargo de asesor interino y más tarde como presidente con el sueldo de 1 dólar.
El lanzamiento en 1998 del iMac, un PC de diseño vanguardista y ordenador multimedia completo, levantó a la compañía. Luego llegaron el iBook, el reproductor de música y contenidos multimedia iPod, el fetichista iPhone y la tableta iPad.