Sin entrar en las exageraciones que provocan las muertes de alguien que ha influido tanto en nuestras vidas, lo cierto es que Esteve Jobs, ha sido nuestra guía informática, telemática, de comunicación, por lo tanto es bastante normal que muchos cientos de miles de seres humanos se sientan un poco huérfanos ya que sus aparatos, sus ideas, sus innovaciones han ido creando un mundo en el que se han criado ya varias generaciones y que se sienten identificados con esa manzana mordida. Es esa sensación de pertenencia a un mundo especial, casi de privilegios, el mayor logro de la empresa Apple, crear una secta laica, mercantil, formada por millones de miembros que no solamente son consumidores, sino agentes propagandísticos, que están convencidos que todo lo que produce, comercializa esta marca es bueno, indiscutible, necesario, una manera de ser y estar en el planeta tecnología.

Nuestra emigración a lo digital, empezó con Bill Gates, pero en el mundo de la edición, especialmente, los primeros aparatos de Apple fueron marcando estilo, su sistema operativo y sus programas empezaron a ganar terreno. Algunos pensamos que era excesivamente sencillo, que nos limitaba las posibilidades de variar los formatos, pero ahora somos conversos convencidos, no hay nada más operativo, rápido y fiable que los mac, de mesa, portátiles, y su capacidad de entendimiento con los otros sistemas lo hacen imprescindibles.

Pero el fallecido Jobs ocupó otros espacios en su preciso momento, y fue su Ipod un hito para escuchar música a través de Itunes, al que siguió el Iphone en la comunicación telefónica, convirtiendo lo que era un apartado para hablar en un instrumento integral de comunicación, y ahora es la tableta Ipad la marca el estilo. Muchos de los panegíricos de estos días están fundamentados. Muchos deben temer que era Esteve Jobs el único creativo de Apple, asunto que veremos a partir de ahora qué tiene de verdad. La empresa está saneada, y si siguen aportando novedades, tendrá unos años para seguir marcando la diferencia, y más honrando a la memoria de ese hombre con pantalón vaquero y jersey de cuello vuelto que sabía vender ilusión y tecnología como nadie.