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Cien días de nuevo alcalde en Donostia

Retrato del paisanaje

Iñaki IRIONDO

Queda extraño que una institución haga encuestas sobre su propia imagen. Bueno, en realidad, lo extraño es que dé cuenta de su existencia sin estar obligada a ello, porque es evidente que diputaciones, ayuntamientos y gobiernos chequean periódicamente cuál es su imagen entre los administrados. Decía, pues, que esta actuación del Ayuntamiento de Donostia puede desconcertar inicialmente e incluso generar algún rechazo apresurado. Sin embargo, es comprensible que el equipo de Bildu quisiera conocer de primera mano cómo lo estaba percibiendo la ciudadanía, dado el asedio al que lo someten los partidos de la oposición y la abierta hostilidad con la que fue recibido por una mayoría de los medios.

Titulares que ayer podían leerse en las ediciones digitales de algunos diarios, como «una encuesta de Bildu dice que...» y «Bildu encarga una encuesta que ensalza sus proyectos para Donostia» reflejan a las claras esta hostilidad, al tiempo que ponen en duda la profesionalidad de una empresa de estudios sociológicos que no solo trabaja de forma habitual para ayuntamientos gobernados por distintos partidos, sino que tiene entre sus clientes desde hace años a, entre otros, la Diputación de Gipuzkoa, al Gobierno de Lakua, la UPV y Eusko Ikaskuntza. Por tanto, la frase de Ernesto Gasco de que la consultora Aztiker «es bastante amiga de Bildu» suena a rabieta incontrolada.

Llegados a este punto es difícil resistirse a hacer comparaciones y recordar las cifras de aceptación personal que tiene el lehendakari Patxi López, que suspende incluso en las encuestas que hace la propia Lehendakaritza, por muchas vueltas que le dé a la forma de hacer las preguntas. O los palos que el Gobierno del PSE ha recibido (78% de desconfianza) en sondeos dirigidos por quien fue miembro de la Ejecutiva del partido.

Este tipo de encuestas no sólo reflejan la aceptación de la personalidad de un determinado dirigente o los aciertos y errores de una gestión, sino que son también retratos del país y del paisanaje. Izagirre tuvo una mayoría de votos para ser alcalde, mientras que este lehendakari es fruto de un fraude institucional. Y eso, pese a las distorsiones mediáticas, se refleja cuando se baja a la calle a preguntar.

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