Agradecido fue el adjetivo que empleó Mendilibar, desafortunado y poco ajustado a la realidad de un fútbol de élite que poco entiende de favores y mucho de negocio. Porque los traspasos habidos en los últimos tiempos entre Osasuna y Athletic únicamente se han regido por criterios de mercado puro y duro. El potencial económico de la entidad de Ibaigane le permite mantener su filosofía -ya nos gustaría a más de uno poder hacerlo- y el club rojillo está obligado a vender por su menor envergadura, aunque en ocasiones vista esa necesidad con un exagerado victimismo para contentar a un sector de la afición. Por tanto, agradecimiento cero.

Dicho esto, lo cortés no quita lo valiente. Y el técnico rojillo lo ha sido al reconocer su error, algo poco habitual en los generalmente endiosados banquillos de Primera. Aún entendiendo su lógico mosqueo, la hinchada debería saber valorar el gesto del de Zaldibar y animar a tope para que un triunfo frente al Zaragoza sea el mejor bálsamo.